Subir montañas. Aprender, avanzar y mejorar… siempre mejorar. Luchar y perseverar… siempre perseverar. Imaginar y soñar… siempre soñar. Compartir, sentir y reír… siempre reír. Fracasar y triunfar… como aprendizaje. Intuir y prever…puede no ser cierto lo que ves. Entender el entorno… que no conoce piedad. Escuchar las señales… que son legión. Navegar… con calma justa. Decidir… es tu libertad. Asumir el sufrimiento… que alguna vez llegará. Proteger… el compañero es tu mitad. Corazón caliente y sangre fría. Humildad debida.
Aún así… nada es seguro. Nadie te obligó… y a nadie exigirás.
Luego… bajar de allí… con las mismas reglas.
Vivir.


viernes, 20 de marzo de 2020

El ejército del alba


Llegaron al amanecer, millones de guerreros dispuestos a conquistar.
Los centinelas, acostumbrados a que nada ocurriera, no supieron distinguir esas sombras que avanzaban sigilosamente. Las murallas que protegían gentes y propiedades eran inexpugnables... eso pensaban.
Cuando el sol quiso superar al horizonte, nubes negras como azabache oscurecieron el aire. Los guerreros del mal siguieron cubriendo territorio, todavía sin usar la espada... Solo asentaban posiciones para una batalla final.
Unos cuantos vigías, en lugares lejanos, dieron la voz de alarma... Pero no fue suficiente.

Ya se levantaban fuegos que tocaban un cielo oscuro, nada que ver con ése azul añil, plagado de estrellas, que siempre cambiaba el tono cuando el poderoso sol se colocaba en lo alto... en lo alto del planeta que llamamos Tierra.
Los primeros guerreros en levantar la espada dejaron un rastro de sangre que indicaba determinación... Pero no fue suficiente.
Los primeros habitantes en reaccionar, no tuvieron piedad con ellos y combatieron cuerpo a cuerpo... Pero no fue suficiente.

La horda de guerreros mandó avanzadillas que se mezclaban con los pobladores. De vez en cuando alzaban el acero y causaban bajas cercanas. Los supervivientes no entendían como podía ocurrir que muchos de los suyos cayeran a su lado.
No escuchaban las señales.

Avanzaban como caballería al galope, cubriendo enormes distancias en poco tiempo. Golpeaban aquí y allá, a destajo... Sin piedad.
Algunas poblaciones organizaron milicias, y luchaban para salvaguardar a los suyos... Pero no fue suficiente.

Todavía quedaban gentes, pueblos y naciones que vivían días azulones entre risas, vino y rosas. Serían los últimos en caer bajo el yugo de aquellos guerreros que diezmaban población.

Llegó la primavera, ajena a la lucha, un día de marzo que parecía invierno; Ya se combatía en las calles y los muertos yacían a su vera... Los heridos, a cientos de miles, resistían... otros no aguantaban el envite.
Una madrugada fría que anunciaba un alba con nieve en los altos, se formó un ejército que se emboscó, a la espera de batallar en campo abierto... Millones de habitantes dispuestos a todo... Entonces se atisbó, por primera vez, duda de victoria entre aquellos guerreros que invadieron la Tierra.

Quizá ahora, por la sangre derramada en la batalla, el sacrificio de aquellos que cosían heridas, la retaguardia que no perdió esperanza, los dispuestos a compartir la espada, la miseria por venir y una Tierra devastada... Quizá ahora podría ser suficiente.

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