Salvador Rivas... el botánico alpinista, nos ha dejado con la misma discreción que vivió.
Académico y alpinista ¡total na! Su historial completo, profesional y alpino, podréis revisarlo solo con teclear su nombre.
No puedo quedarme sin comentar algunas de sus muchas actividades alpinas, que ya forman parte de la Historia: La gran "clasicorra" de la Aguja Negra (Galayos), conocida como la "Oeste", con Pedro Acuña y Francisco Brasas, en 1957. O la "Rivas/Acuña" a la Punta Mª Luisa, también en Galayos. Sin olvidar otra "Rivas/Acuña", ésta vez al Risco del Pájaro o Pinganillo, en Pedriza (Sierra de Guadarrama).
Su participación en la bien conocida "expedición española a los Andes del Perú" en 1961... donde perdió la partida su amigo Acuña, tras inaugurar la ruta por la arista NE del Huascarán Sur. Expediciones al Cáucaso, Himalaya, Alaska...
De su historial académico: Catedrático de Botánica (Madrid y Barcelona), Premio Nacional de la Sociedad Geográfica Española (2013), Director del Real Jardín Botánico de Madrid... Y un extenso currículum que, los medios académicos, se encargarán de revivir.
La historia que deseo contar ocurrió un verano de los años 80, en un Circo de Gredos sin domesticar.
Hasta entonces, todo lo que no llegara a una cumbre se consideraba contrafuerte y aquello comenzó a cambiar cuando, guardeses del refugio Elola, otros incondicionales de la escalada clásica "moderna" de la época y amantes de la soledad, se fijaron en paredes que no recibían visitas desde el origen de la Tierra.
Entre aquellas rutas, siempre quedó en la memoria una que tuvo anécdotas varias: la "Vía de los Ajos" en las paredes que caen del Cuchillar de Cerraillos, de las más altas de la derecha y que bautizamos como "pared de la izquierda"... No sé, pero un día, vimos dibujado algo que estuvo dibujado durante milenios: una placa, en lo que sería la última tirada... y que nombramos como la "placa del dos".
Inauguramos aquella ruta, un verano de los 80, Miguel Ángel Vidal y el que escribe. Nos llevó en torno a ocho horas superar aquel frontón de roca en el que nunca nos fijamos, excepto cuando colgaban hielos.
Recuerdo, como si fuera hoy, aquella última tirada bajo un bloque inestable... colocando clavos que saltaban según instalaba el siguiente... lo que viene siendo una laja expansiva. Años después Miguel tiró aquel cascote con un gato... y subió la dificultad algún "gradito". También se encargaron, los "modernos", de "enderezar" la vía, colocando algunos seguros expansivos, evitando así una magnífica y aérea travesía a derechas, que luego retomaba camino a la "placa del dos".
Los grados de dificultad, que muestra el dibujo, pertenecen a los "ochenteros"... Así pues ¡reclamaciones al maestro armero!
Allí descubrimos, limpiando fisuras, unas plantas que poseían bulbos estilo ajetes, blancos, pequeños y vistosos... Así nació la "vía de los Ajos"... Y ésta es la receta:
Sartén de hierro, caliente sin abrasar, y cucharadita de aceite español: virgen extra o similar. Bien de ajetes, fileteados ¡no picoteados! a saltear sin quemar y al punto de dorar. Dos huevos, mejor tres, batidos con alegría... en plato hondo y con tenedor de pincho largo, por separado clara y yema... para que aumente; sal en escamas o algo gorda ¡sin pasarse! y esperar minutos a disolver.
Un revuelto ¡sin cuajar! y pizca de orégano al final.
Acompañar con vasito de vino y pan de hogaza que, por aquellos años, Careto y Lazano, los potentes caballos que abastecían el refugio Elola, cargaban a sus lomos anchos y brillantes de sudor.
Luego, apareció un amante de flores y plantas que, prismáticos a mano, nos rogó... a punto de arrodillarse, que bajáramos muestras de otro endemismo "gredense":
-¿Qué?
-Sí, "Boca de Dragón". Mirad, ése matojo de campanillas blancas que luchan por salir de las grietas.
Y así, por dar gusto, también abrimos el diedro a la derecha de la vía original, por cierto poco o nada repetido.
Bajamos al entusiasta de flores y plantas, un par de ejemplares de lo que los expertos llaman "Antirrhinum grossi" ¡total na!
Así, después de trepar a lugares altos, unas veces a la búsqueda de los "ajos" que esconden las plantas más alpinas de Gredos, y otras para recolectar "Dragones", se celebraban en el Circo de Gredos nuevas aperturas de rutas allá por los años 80... Cuando todo era diferente, ni mejor ni peor... solo diferente.
No recuerdo exactamente cuando Salvador Rivas y su hijo que, seguramente por edad y frescura de memoria, podría recordar más que nosotros, aparecieron por el Circo de Gredos sin planes definidos.
Charlamos a la cena y mostramos un croquis, reflejado en el libro del refugio, como "Vía de los Ajos" que abrimos pocos días antes.
Salvador nos miró fijamente a los ojos y preguntó si la cosa era aceptablemente amable... ¡Sí! contestamos Miguel y yo, al unísono... convencidos de la maestría de la cordada.
Y así fue como Salvador y su hijo, en un horario similar al de la apertura, realizaron la primera repetición de la ruta ¡y por el itinerario original!
Regresaron contentos, como nosotros al verlos evolucionar durante toda la jornada por aquel muro... Y luego, seguramente, bebimos cerveza sin piedad... Seguramente.
Ésa vía también les pertenece.
Así ocurrió y así lo cuento.
Un abrazo, Salvador, allá donde te encuentres; Otro para su hijo, familia y amigos.
Muchas gracias, Carlos, por compartir esta anécdota tan interesante y entrañable. Y qué bonito el texto de la introducción de tu perfil.
ResponderEliminarGracias a ti, Tulliola... Por leer.
EliminarUn placer y bienvenido.
Muy bueno, Carlos. Gracias por el homenaje a Salvador, al que me adhiero plenamente, y gracias por refrescar mi memoria. Un abrazo
ResponderEliminarMe alegro que recuerdes... yo siempre recuerdo aquellos días.
EliminarUn abrazo.
Un gran alpinista. Un maestro de la escalada en roca y un genio de la botánica.
ResponderEliminarUn personaje de los que te dejan huella para siempre..