Diez o doce metros de cristal en un canalón escondido... Así suele presentarse el hielo esquivo en nuestro querido Gredos.
Siempre fue así en décadas pasadas... siempre que llegara una primavera seca y un invierno de nieves ligeras.
Los inviernos secos llevan a formaciones heladas allá donde gotea un agua escasa... o chorrean, lentamente, musgos milenarios que se encargan de "fortalecer" los saltos de hielo... siempre y cuando el ciclo de temperaturas lo potencie.
Ya hemos hablado de esto en Cervunal... otra temporada seca y fría.
Son hielos estalladizos que tan pronto engordan como subliman, según decida la física del momento... Al golpear con el piolet, se desconchan "platos" de hielo que se rompen en mil pedazos... Una cristalería, en toda regla, rebotando por la escalera.
Su escalada siempre requiere golpear dos o tres veces hasta sanear aquel espejo que, si devolviera la imagen, se correspondería con el rostro serio y ojos grandes del tipo que anda justo enfrente.
Suena el teléfono y el incombustible Rituerto me dice que ha visto algo ¡joder! se me cae la motosierra de las manos y ya dejaré la leña para otro día... que ésta no se sublima y aquello sí.
Una cascada corta pero matona. Vertical, pulida y brillante. En un canalón a medio camino entre el Collado del Boquerón y la Aguja de las Cuatro Puntas -alguna menos ya, desde el desprendimiento del año 2005-... Otra rareza en Gredos... una más.
Decidimos dedicársela a Carlos Frías, un gredense pura cepa que ha recorrido la sierra desde hace décadas... Un hombre amable y generoso que siempre comparte su saber.
Desde luego que las condiciones decidirán qué os podéis encontrar en el futuro. Esto es con lo que nosotros lidiamos ése día de febrero.
La primera parte del descenso resultó cómoda, aunque delicada en el destrepe (encordados) debido a un salteado de traidores parches de hielo transparente, sobre piedras que parecían secas. También se puede rapelar.
El segundo tramo fue un rápel, en una terraza, de un buen cordino.
En cualquier caso mandarán las condiciones reinantes.
La aproximación -en torno a hora y media- puede hacerse por la senda habitual para escalar en los Riscos de Villarejo o desde el Puerto de Serranillos, ésta seguramente más cómoda -según cantidad de nieve, claro- puesto que, una vez llegados al Collado del Boquerón, solo habrá que descender la canal del Placejo -quizá 150/200 metros- hasta tener a la vista la cascada.
La encontramos compacta -sin posibilidad de gancheos-, cristalina pero bien armada -sin sonidos huecos-, separada de la roca en la cortina de salida pero bien agarrada al sector superior que ya tumba.
Tornillería precaria y solo un respiro, una vez pasada la zona vertical, a mano derecha en una fisura de roca -cacharritos mecánicos-
Ahí van unas fotitos para hacerse una idea.
¡Suerte!
Siempre fue así en décadas pasadas... siempre que llegara una primavera seca y un invierno de nieves ligeras.
Los inviernos secos llevan a formaciones heladas allá donde gotea un agua escasa... o chorrean, lentamente, musgos milenarios que se encargan de "fortalecer" los saltos de hielo... siempre y cuando el ciclo de temperaturas lo potencie.
Ya hemos hablado de esto en Cervunal... otra temporada seca y fría.
Son hielos estalladizos que tan pronto engordan como subliman, según decida la física del momento... Al golpear con el piolet, se desconchan "platos" de hielo que se rompen en mil pedazos... Una cristalería, en toda regla, rebotando por la escalera.
Su escalada siempre requiere golpear dos o tres veces hasta sanear aquel espejo que, si devolviera la imagen, se correspondería con el rostro serio y ojos grandes del tipo que anda justo enfrente.
... Aguja de las Cuatro Puntas (dcha.) con el desconchón del desprendimiento... |
Suena el teléfono y el incombustible Rituerto me dice que ha visto algo ¡joder! se me cae la motosierra de las manos y ya dejaré la leña para otro día... que ésta no se sublima y aquello sí.
Una cascada corta pero matona. Vertical, pulida y brillante. En un canalón a medio camino entre el Collado del Boquerón y la Aguja de las Cuatro Puntas -alguna menos ya, desde el desprendimiento del año 2005-... Otra rareza en Gredos... una más.
Decidimos dedicársela a Carlos Frías, un gredense pura cepa que ha recorrido la sierra desde hace décadas... Un hombre amable y generoso que siempre comparte su saber.
Desde luego que las condiciones decidirán qué os podéis encontrar en el futuro. Esto es con lo que nosotros lidiamos ése día de febrero.
La primera parte del descenso resultó cómoda, aunque delicada en el destrepe (encordados) debido a un salteado de traidores parches de hielo transparente, sobre piedras que parecían secas. También se puede rapelar.
El segundo tramo fue un rápel, en una terraza, de un buen cordino.
En cualquier caso mandarán las condiciones reinantes.
La aproximación -en torno a hora y media- puede hacerse por la senda habitual para escalar en los Riscos de Villarejo o desde el Puerto de Serranillos, ésta seguramente más cómoda -según cantidad de nieve, claro- puesto que, una vez llegados al Collado del Boquerón, solo habrá que descender la canal del Placejo -quizá 150/200 metros- hasta tener a la vista la cascada.
La encontramos compacta -sin posibilidad de gancheos-, cristalina pero bien armada -sin sonidos huecos-, separada de la roca en la cortina de salida pero bien agarrada al sector superior que ya tumba.
Tornillería precaria y solo un respiro, una vez pasada la zona vertical, a mano derecha en una fisura de roca -cacharritos mecánicos-
Ahí van unas fotitos para hacerse una idea.
... vista lateral al descenso... Inclinación real... |
... preparando el cambio de pies... un tornillo bailandero a derechas... |
... salida delicada... |
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