Subir montañas. Aprender, avanzar y mejorar… siempre mejorar. Luchar y perseverar… siempre perseverar. Imaginar y soñar… siempre soñar. Compartir, sentir y reír… siempre reír. Fracasar y triunfar… como aprendizaje. Intuir y prever…puede no ser cierto lo que ves. Entender el entorno… que no conoce piedad. Escuchar las señales… que son legión. Navegar… con calma justa. Decidir… es tu libertad. Asumir el sufrimiento… que alguna vez llegará. Proteger… el compañero es tu mitad. Corazón caliente y sangre fría. Humildad debida.
Aún así… nada es seguro. Nadie te obligó… y a nadie exigirás.
Luego… bajar de allí… con las mismas reglas.
Vivir.


lunes, 10 de septiembre de 2012

Nortes Alpinas

Entre la ingente cantidad de términos utilizados por montañeros, escaladores y alpinistas, hay uno que posee poderes mágicos. No importa si el oyente ausente está ocupado en algo importante, anda distraído o simplemente no le interesa en absoluto la conversación.
Bastará con mencionar un par de palabras... que viajarán directamente al cerebro, con la velocidad a la que se mueve una avalancha arrasando todo lo que encuentra a su paso.
Nortes alpinas... y ¡zas!... todo es diferente.

La historia del montañismo nos demuestra que el deseo de conocer y alcanzar lugares inhóspitos viene de lejos y, por supuesto, empezó con ascensiones que buscaban llegar a las cumbres por el camino más sencillo posible. No existía por aquel entonces un concepto deportivo si no, más bien, curiosidad por explorar los espacios donde ningún ser humano se aventuró antes.

A finales del siglo XVIII ya se dan una serie de realizaciones que, aún hoy en día, resultan cuanto menos impresionantes y la historia más conocida sería la del Mont Blanc (año 1786).

...Mont Blanc...

Sin embargo es durante el siglo XIX cuando entran en juego algunos conceptos que todavía perduran, como son, escalar por el placer de hacerlo y buscar nuevos caminos diferentes a lo que damos en llamar "ruta normal". Será suficiente con revisar la galería gráfica que se conserva de aquellos años y el listado de montañas para hacernos al cargo de la fuerza y determinación de aquellos hombres y mujeres.
Este siglo también tiene uno de los capítulos más conocidos y trágicos de la historia del montañismo... la ascensión al Cervino (año 1865).

Es de justícia destacar, entre la enorme cantidad de realizaciones, algunas que seguro todos conocemos y que frecuentemente se olvída que pertenecen a aquellos años... Aig. Verte (corredor Whymper), Tour Ronde (cara norte), Mont Blanc (Brenva), Grandes Jorasses (ruta normal), Aig. Chardonnet (arista Forbes), Grand Charmoz-Grepon (travesía), Petit y Grand Dru (ruta normal), Mont Maudit (arista Kuffner), etc.

Ninguna de éstas escaladas van de regalo, será precisa una cierta experiencia en montaña, navegar sin perder tiempo y estar atento a las señales.

... Aig. du Midi...

El siglo XX, a pesar de todas las vicisitudes que soportó - ¿o quizá ocurrió por eso? - marca el nuevo amanecer del alpinismo y posiblemente ésto pueda extenderse a otros ámbitos como fueron la cultura, el arte, la arquitectura, etc.

Los años 30, en lo que nos ocupa, forjan a sangre y fuego la definición de "cara norte", un concepto en plena vigencia y que ya indica el terreno a cubrir... hielo, roca y nieve, en proporciones desiguales y orientadas al frío norte, el reino de las sombras.
Es un periodo largo, atravesado en su primera mitad por los hachazos sangrientos de la I y II Guerra Mundial, ésta última, se encarga de dividir el siglo de oro del alpinismo en dos décadas muy diferenciadas, aunque con el mismo espíritu.

Por un lado están los años 30, precísamente aquellos durante los que, sistemáticamente se inauguran las grandes caras nortes alpinas y no solo las más conocidas, también una buena cantidad de paredes menos publicitadas pero de envergadura similar... y en ocasiones, superior dificultad.

Ciertamente las seis nortes con más cartel están en la mente de todos y son, en orden cronológico: Cervino (1931), Cima Grande Lavaredo (1933), Petit Dru (1935), Piz Badile (1937), Eiger (1938) y Grandes Jorasses (1938).

En las próximas entradas etiquetaremos éstas magníficas nortes alpinas, pero también otras muchas que pertenecen a la misma década y que, ya fuera de la inevitable lista, ofrecen recorridos de calidad entre los que podemos destacar: Aig. du Plan (espolón norte), Grandes Jorasses (espolón Croz), Courtes (suízos), Aig. Verte (Nant Blanc y Couturier), Aig. du Triolet (norte), Droites (espolón Tournier y Lagarde), Aig. du Midi (espolón Frendo), Mont Blanc (arista Innominata), Aig. Noire Peuterey (Ratti/Vitali), Mont Blanc Tacul (pilar Boccalatte), Mont Maudit (Cretier), etc. ... ¡total nada!.

...Grandes Jorasses...

El segundo periodo de éste atormentado siglo se corresponde con los años 50/60 en los que se eleva el listón de dificultad técnica a niveles muy importantes y se realizan recorridos que ya recibieron miradas anteriores pero que quizá no pudieron completarse en esos años precisamente por irrumpir en las vidas la II Guerra. De no haber ocurrido ésta catástrofe, estoy convencido que aquellos hombres a los que hemos de agradecer las seis nortes... hubieran cambiado el rumbo o al menos los tiempos de las décadas posteriores.

Así las cosas, ésta segunda mitad de siglo resulta algo dispersa en cuanto a cantidad de actividades pero añade una marca de calidad. Al mismo tiempo se centralizan mucho las aperturas en montañas concretas y nacen una buena cantidad de rutas al abrigo de las consideradas clásicas. Por ejemplo: Droites (norte), Cervino (Bonatti), Grandes Jorasses (Linceul), Aig. Sans Nom (Brown/Patey), Eiger (Harlin), Mont Blanc Angle (Bonatti/Zapelli), Petit Dru (Guías, Lesueur y pilar Bonatti), Mont Blanc (Pilar Central Frêney y Dérobé), Mont Blanc Tacul (pilar Gervasutti), Grand Capucin (Bonatti), etc.

Y todo esto... dejando en el tintero la inmensa historia de los Alpes que pertenecen a otros países europeos (Italia, Suiza, Austria, Eslovenia, Alemania, etc.)... así pues debe tomarse como una ligera relación de nombres más conocidos. También nos ocuparemos, más adelante, de algunas de éstas montañas... sea cual fuere el siglo en que se ascendieron.

Con todo lo aprendido y un concepto más moderno, ésta última generación de la que hablamos podría considerarse como la tormenta que permitirá la llegada de otro nuevo amanecer... los años 70/80. Nunca antes se conoció actividad tan prolífica, tan audaz, tan comprometida... y nunca antes se pagó precio tan alto.
Pero eso es otra historia.


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