Subir montañas. Aprender, avanzar y mejorar… siempre mejorar. Luchar y perseverar… siempre perseverar. Imaginar y soñar… siempre soñar. Compartir, sentir y reír… siempre reír. Fracasar y triunfar… como aprendizaje. Intuir y prever…puede no ser cierto lo que ves. Entender el entorno… que no conoce piedad. Escuchar las señales… que son legión. Navegar… con calma justa. Decidir… es tu libertad. Asumir el sufrimiento… que alguna vez llegará. Proteger… el compañero es tu mitad. Corazón caliente y sangre fría. Humildad debida.
Aún así… nada es seguro. Nadie te obligó… y a nadie exigirás.
Luego… bajar de allí… con las mismas reglas.
Vivir.


sábado, 24 de mayo de 2014

Amistades imposibles III

Aka nació en una cueva de hielo... en medio de una tempestad que duró veinticinco días.

Su madre murió en el parto - un último gesto rozando con la mano, levemente, la cabeza de la hembra "malamute" que la miraba fijamente -... azotada por la tempestad apretó a Aka en un último intento de ofrecerle calor... mientras su padre luchaba por cavar un agujero; luego tuvo que matar tres perros... uno para vaciarle y meter a Aka dentro... los otros dos para comer durante la espera.


Las siguientes semanas su padre siguió matando perros... unos para mantener alimento y otros... porque quisieron matarlos a los dos; solo quedó la buena hembra que, ya desde su nacimiento, se encargó de amamantar a Aka.

Alcanzaron a su gente, en situación desesperada, con la "malamute" siempre enroscando a Aka y su padre tirando del trineo... pero sobrevivieron... y su abuela se hizo cargo del nuevo miembro del clan.

En aquellos parajes helados, cerca de Nome, Aka vivió feliz unos años. Una vida dura y sin contemplaciones... pero afectiva y plena. Aka nunca entendió, años más tarde, aquello de las depresiones occidentales; ni a los muchachos infelices... ni a los adultos desquiciados.
Aka no estaba para tonterías.

Siendo aún un niño... su padre fue atacado por Nanook - el "Gran Blanco" -... un oso que se lo llevó por una pierna, mientras el pequeño Aka... enfundado en su abrigo de foca y manoplas sin pelo... contemplaba la escena.
Su padre no lanzó un grito... no luchó por escapar... su padre simplemente desenvainó su cuchillo y luchó por matar al oso que quería matarle; pero no pudo ser... cayó su acero a la nieve roja y Aka contempló la escena con una mirada que le acompañaría el resto de su vida...

"... el "Gran Blanco" arrastraba a mi padre hacia la planicie infinita... y volvía la vista, sin soltar presa, para mirarme con esos ojos tan negros que parecen vacíos... reconocería ésa mirada entre todos los "Blancos" de la Tierra..."



Su abuela murió cuando Aka contaba dieciséis años... ya nada le quedaba... y su clan desaparecía. Aquella forma de vida se desintegraba y los jóvenes que quedaban - sin viejos que cuidar - se adentraban en la "civilización moderna"... Anchorage, Fairbanks o cualquier otra ciudad, a la búsqueda de futuro.

El gobierno americano - en virtud de mantener etnias y culturas... ¿sería verdad? - les dotaba de una pensión... lo justo para no trabajar... lo justo para no vivir.
Los suburbios de aquellas ciudades... callejones y cementerios... recibían a aquellos muchachos, con una bolsa de papel en la mano... que contenía su muerte.

El alcohol y las gélidas noches polares hicieron el trabajo.

Los pocos viejos que quedaban decidieron morir a su estilo.

- ¡Con dos cojones!... - decía, cuando se conocieron, el vitalista Mateo.

Uno a uno - siempre en dirección norte - los ancianos dirigían sus pasos hacia la enorme meseta glaciar... hasta desaparecer a la vista y cumplir el ciclo vital.

Nanook - el "Gran Blanco" - terminaría con sus vidas... y de ésta forma todo regresaba al inicio.


Siempre le preguntaban lo mismo...

- Aka... ¡no jodas!... no es posible que puedas reconocer al oso que mató a tu padre.
- Sí - Aka lo decía con determinación - mi padre luchó por su vida, pero Nanook es poderoso. Tres veces, mientras se alejaba, volvió su miraba hacia mí... hasta que se perdió tras la banquisa.
Una y mil veces he visto ésa mirada... una y mil veces me prometí matar a Nanook... y comer su corazón... cerrar el circulo.
Que la muerte siga siendo vida.

A estos "recién amigos occidentales" suyos... se les ponían los pelos como escarpias.


                                                        ........................................

La arista de nieve - dura a la mordida del acero - giró hacia un lado y acabó estrellándose, más arriba, contra un gendarme de roca que se levantaba como muela sobre la encía.
Debían estar cerca de la cumbre... pero hasta superar ése último obstáculo no podrían verla.

Soplaba un viento amable y frío... arrastrando cristales de hielo que - pegados al suelo y llegados al filo de la arista - eran lanzados al vacío de la otra vertiente.
Cuando así trabaja el viento siempre parece que la cresta se extiende más allá... prolongándose en otro espacio que no pertenece a la Tierra.

Le vieron al rodear el último gendarme; estaba sentado sobre su mochila... mirando al Oeste, donde el sol ya jugaba a esconderse... entre brumas y nubes.

- ¡Hola! ¿estás solo? - Rolando lo preguntó un tanto sorprendido.

Aka no pareció inmutarse. Sonrió y levantó la mano, a modo de saludo.

- ¡Nice day! - lo intentó en inglés.

Aka... miraba al Oeste.

Ése día de invierno - no podía ser de otra manera - conocieron a Aka.

Aka viajaba por el mundo a la búsqueda de su identidad... y hacía alpinismo porque no aguantaba el calor.

Bajaron juntos, por la vertiente Oeste, ya anochecido y con un increíble cielo estrellado... con ése frío que acartona la cara y refresca el alma.
No había prisa... pararon infinidad de veces a contemplar aquel espectáculo de estrellas fugaces que surcaban un cielo oscuro - algo azulado -... aprovechando para preguntarse cosas - bueno... los demás, porque Aka nunca preguntaba -.


- Pero... ¿por qué ruta has subido? - Guzmán necesitaba respuesta. Le devoraba saber si había escalado... lo que él pensaba que había escalado.
- No puedo responder a eso... todavía - respondió Aka en un inglés algo "hispanizado" y que Guzmán traducía a su gusto - necesito algún tiempo para asegurarme que no fue un sueño.
- ¡Joder! - saltó Rolando - ¿le gusta mantener misterios, eh? - y en voz baja a Guzmán: éste nos vacila.

Llegaron a la estación de Kleine Scheidegg; hacía frío... como siempre a ésas horas; no había un alma... como siempre.

Rolando y Guzmán habían escalado la arista Mittelegi del Eiger - una mítica montaña suiza - como reconocimiento previo para la siguiente aventura... la cara norte... un recorrido cargado de historia, triunfos y tragedias.

Claro... solo pensar que un tipo de ojos rasgados, tan pequeño como cuadrado, sin "sponsor" ni "multimedia", sin revistas cubriendo reportaje - vamos... sin saber el mundo que Aka existe -... como despistado por allí, hubiese sido capaz de subir en solitario aquella pared... bueno, a estos les sacaba de sus casillas.

Llegados a éste punto habría que decidir si seguir hacia Grindelwald - por entrar en calor - o tirarse en cualquier lugar.


Rolando encontró un lugar que le pareció aceptable; la terraza de un bar pegado a las vías del tren... un suelo de madera, limpio de nieve y suciedad - claro... estaban en Suiza... lo extraño sería que estuviese sucio -.
Decidido, esparció por la tarima toda la ropa que llevaba puesta... y se metió al saco como vino al mundo.

- Vosotros veréis... yo me quedo.

El tren cremallera, que recorría ésos kilómetros hasta Grindelwald, no empezaría su trasiego de idas y venidas - cargado de turistas, esquiadores y gente bien con abrigos de pieles caras - hasta las siete de la mañana.
Así pues quedaban unas horas hasta el amanecer... y de nada había que huir, al contrario que en otras ocasiones.

Guzmán también decidió quedarse... Aka dudó un instante, pero le agradó más la idea de tirarse bajo las estrellas - Aka... jamás se refugiaba en vivienda "convencional"... Aka era esquimal y siempre descansaba al aire libre... o protegido en un bosque, bajo un nevero, en una cueva... o un chamizo de palos y ramas -.

- Así que eres esquimal - Rolando lo dijo buscando la mirada del traductor Guzmán... mientras removía la sopa a punto de hervir - ¿Y qué haces por Suiza?.
- Quería conocer Europa; mi abuela siempre me decía que había otros lugares, otras gentes... otro mundo a descubrir porque el "nuestro" ya no era posible.
- Claro - saltó Rolando - llegas del Norte, muy al Norte, te subes por la cara norte del Eiger y ya está ¿no? - haciendo un gesto de complicidad a Guzmán -.
- Trabajé en Talkeetna, guiando cazadores por la tundra. Luego me fui a Groenlandia y de allí salté a Interlaken, trabajando en la construcción de teleféricos... con una cuadrilla de españoles extremeños y franceses de Toulouse. Y aquí estoy... de vacaciones...

- Se me va la olla - dijo Rolando... mirando a un Guzmán con la boca tan abierta como una carpa fuera del agua.
- Éste se llevaría bien con Jeromé - acertó Guzman a balbucear.
- Seguro - asintió Rolando -... y con Mateo...

... capítulo II

10 comentarios:

  1. Bien, supongo que es un intermedio para refrescar la memoria del I y el II ¿es así?

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  2. Bueno, Paula... otro capitulo más donde se siguen encontrando "amistades imposibles"... luego ya irán relacionándose por el mundo... y tendrán aventuritas juntos.

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  3. Esperando me quedo la continuación de la historia. Enganchaíto me tienes. Saludos

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  4. Gracias, Francisco... bueno... irán llegando a las montañas que quisieron llegar y se irán conociendo, así quizá forjen amistades imposibles.
    Saludos cordiales.

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  5. Oh cielos.....otra vez a esperar. Sabes como tenerme cogido....¡canalla! ja,ja,ja.
    Un abrazo.

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    1. jajajaja... bueno, Fer... ¿que sería la vida sin algo de incertidumbre?... ¡na!... un tipo como tu está acostumbrado a esas cosas.
      Un abrazo.

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  6. El Jack London de Gredos...
    No importa esperar cuando merece la pena.
    Un saludo

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    1. Gracias, Diego... ciertamente el tal Jack London siempre fue uno de mis preferidos, por esa narrativa tan "visual"... pero vamos... aunque seguramente intente emularle, no parece posible que lo consiga.
      Saludos.

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  7. Interlaken, Grindelwald, españoles extremeños, Eiger...Aka. Menudo escenario para repartir a partes iguales ficción y realidad.
    Es un placer tenerte de vuelta...en mes y medio visitaré este escenario....pero sólo para admirarlo jaja lo de subirlo es harina de otro costal, más bien para gente como Aka, Mateo... un abrazo

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    1. Hola, Manuel... el placer es mio por tenerte siempre por ahí.
      Bueno... ya sabes que, a veces, los sueños se cumplen... en cualquier caso seguro que la contemplación y buenos paseos por ésas montañas regeneran el alma... y eso ya es mucho.
      Un abrazo.

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