Subir montañas. Aprender, avanzar y mejorar… siempre mejorar. Luchar y perseverar… siempre perseverar. Imaginar y soñar… siempre soñar. Compartir, sentir y reír… siempre reír. Fracasar y triunfar… como aprendizaje. Intuir y prever…puede no ser cierto lo que ves. Entender el entorno… que no conoce piedad. Escuchar las señales… que son legión. Navegar… con calma justa. Decidir… es tu libertad. Asumir el sufrimiento… que alguna vez llegará. Proteger… el compañero es tu mitad. Corazón caliente y sangre fría. Humildad debida.
Aún así… nada es seguro. Nadie te obligó… y a nadie exigirás.
Luego… bajar de allí… con las mismas reglas.
Vivir.


lunes, 14 de enero de 2013

Pique Longue (Vignemale)

Fue un verano tormentoso... un mes de julio a principios de los 70.

Llevábamos un tiempo algo revueltos y ya "envenenados" por la montaña... nos rondaba la idea de conocer un glaciar. Bueno... pisar un glaciar en aquellos años, para unos muchachos que solo lo vieron en fotografías... podría compararse con el primer beso furtivo que mariposea el estómago; esto puede sonar "cursi" ahora... pero en su momento sería un impensable 7A bien puesto, con seguros lejanos.

Así pues... conseguimos unos días para perdernos por el Pirineo... montañas de verdad con las que soñábamos constantemente.

No podía ser de otra manera... tren a Zaragoza y cambio al "canfranero" hasta Sabiñáñigo... luego, horas de espera al borde de la carretera suplicando un conductor que nos acercara a Torla, pero siempre hubo gente dispuesta y, por fin, alcanzamos el corazón del Pirineo... ya estábamos en marcha.

Sentados en el bordillo de una acera de la plaza... aparecen un grupo de colegialas francesas, faldas tableadas, camisa y calcetines blancos... zapatos cerrados de medio tacón... espléndidamente espléndidas. Dominicano "Canito"... mi colega de ésta aventura... se olvida de mi presencia y se lanza al grupo de muchachas a entablar conversación... con un francés que no domina... ni falta que le hace.

Apenas recorre dos pasos cuando, con gesto decidido pero cortés, una monja en hábito negro y amplio tocado de blancas alas anchas... manos fuertes, empuñando un bastón inquietante a un lado... y al otro... un montón de rosquillas ensartadas en un junco... le ataja el camino emprendido.
-¡Con la Iglesia hemos topado!- masculla Canito.
Las muchachas cuchichean entre ellas... lozanas, sonrientes y lanzando miradas a los españolitos... mientras la monja reconduce el rebaño a lugar seguro.

A las afueras de Torla encontramos un buen lugar para pasar la noche... mañana tendremos camino que recorrer, largo y en ascenso infinito.

Amanece fresco y despejado... suficiente para emprender la marcha con unas galletas en el estómago... se avecinan días de hambre, bueno... lo normal.


Apenas llegados al puente de los Navarros... de basta sillería, rodado... románico y romántico, nos da el alto la patrulla de frontera.

-Documentación.- exige un guardia civil de gesto duro y mirada franca.
-Yo tengo permiso de mis padres.- me apresuro a mostrar una autorización.

Ni se os ocurra pensar que por aquel entonces era fácil traspasar fronteras para un menor de edad.

El guardia civil, con tricornio negro y brillante... echa mano a un pequeño morral de cuero; lleva la capa doblada sobre un hombro y de allí cuelga un mosquete de cerrojo.

Su compañero, a medio sentar en la escasa baranda  del puente... anda liándose un cigarrillo mientras nos mira algo extrañado y sonriente.

-Vamos a escalar al Vignemale... ¿queda mucho para Francia?.- apostilla "Canito".
El guardia civil alzó la vista... le miró... y se volvió hacia su compañero.
-¿Has oído?... dice el chaval que si queda mucho para Francia.- sonrió y anotó algo en una pequeña libreta.
-¿Por cuantos días?.- preguntó sin alzar la vista de los papeles.
-Cinco o seis días.- respondí yo, algo más relajado.- Volveremos por el mismo camino.
-Espero que volváis.- contestó con autoridad.- Que no tengamos que buscaros.

Nos devolvió los papeles e hizo gesto de que continuáramos el camino.
-¡Dad recuerdos a la República!.- gritó, alzando la mano a modo de saludo.

Atravesamos la pequeña aldea de Bujaruelo... entre ruinas de alguna ermita y algo parecido a lo que fue un refugio de peregrinos... mientras el valle se abre, serpenteando siempre hacia arriba... lentamente y sin fin cercano.
Aquel valle, antiguo paso de contrabandistas y gentes huidas... pastores y algún que otro viajero, se mantenía sin vida aparente... como siempre... aunque seguramente no continuaría así décadas después.

Seis horas de marcha nos colocaron en el paso de Mulets... un collado desde el que ya entramos en el circo norte del Vignemale... con su refugio de las Oulettes presidiendo un espectáculo que se nos antoja estremecedor.


De nuevo... apenas amanecido... emprendemos camino al objetivo... la norte clásica de la Pique Longue, una ruta histórica y que será nuestro bautismo de fuego en la alta montaña... la reseña se presenta amable, pero una cosa es ver un gigante y otra, bien diferente... ponerse a sus pies.

Entramos en un reino nuevo... un pequeño glaciar en retroceso, negro y sucio... como una seta luchando por sobresalir entre un pasto seco y caído; pero sería el primer glaciar de nuestra vida... entre los cientos de glaciares que conoceríamos años después... entre los cientos de glaciares donde dejaríamos nuestra huella y nuestro esfuerzo... pero éste, éste era especial.

Buscamos nuestro camino entre grietas abiertas y profundas... un laberinto que resolvemos sin contratiempos.

... formaciones "imposibles" en el glaciar...


El peso de la historia nos aplasta sin piedad... y bajo el couloir de Gaube localizamos la entrada... un filón de ofita verde, espléndido y bien definido.

Resuenan ecos de piedras golpeando piedras... hielos milenarios que desgarran sonidos inquietantes y un constante halo frío que proviene de las tripas del glaciar... ufff... o mantenemos el tipo o salimos corriendo.

Media docena de clavos, un par de tacos de madera y cordinos en bandolera serán nuestros anclajes a la tierra... con dos cuerdas de 40 metros... y pasión a espuertas.


Escalamos durante horas hasta que alcanzamos la travesía de los esquistos rojos... eso, al menos, dice la pequeña guia Vallot de "Canito"... y entonces... una inmensa nube algodonosa se desprende de la cumbre... nos arrasa y comienza una granizada de espanto... ¡joder!... pero si ésta vía la abrieron en 1933... unos tales R. Belloq y H. Barrio... en cuatro horitas y sin clavos... según esto deberíamos estar ya de vuelta con los guardias civiles, allá por el puente de los Navarros.


Nos alcanza la noche y la tormenta arrecia... "Canito" tiene una caída a mitad de la travesía... se queda colgando de un clavo que colocó; apenas puedo verle tras la cortina de granizo que resbala por la pared como en un tejado de pizarra... mientras le paro "a la española" y sin reunión segura... me da por pensar que no salimos de aquí.

Las chaquetillas de loneta no pueden absorber más agua... al igual que los bávaros de pana, encargados de traspasar sobrante a las medias y de ahí... directo a las botas que rebosan por la caña.

Pero salimos... a la arista de Gaube... mientras los rayos y el granizo nos asedian constantemente. Por supuesto desistimos de llegar a cumbre y empezamos a destrepar... sin linterna... buscando el filo de la arista siempre hacia abajo.

En una de éstas... "Canito" desaparece vertiente norte... mientras le espero a ver si encuentra un paso que nos permita seguir... ¡joder!... pasa un tiempo hasta que intuyo unas manazas que se agarran al filo de la roca donde me encuentro... sinceramente pensé que se despeñó.
Iluminados por rayos violentos y golpeados por granizos que hieren... tratamos de tranquilizarnos unos minutos antes de continuar.

Por fin encontramos trazos de paso... entre destrepes, algún corto rápel y pequeñas veredas que nos llevan hasta el collado de Mulets... y de ahí al refugio de Oulettes.

Sangramos como cochinos... manos, cara y piernas... que el granizo y los golpes a oscuras se han encargado de marcar unos cuerpos agotados.

Abrimos la puerta del refugio... de sopetón... y los allí presentes callan de golpe la charla que se traen... el guarda nos mira y comenta que ya estaba dispuesto a llamar al helicóptero tan pronto amaneciera... nos ofrece sopa y una litera apartada del resto.

Unos franceses se ofrecen a limpiar heridas... y a todos se les enfría la cena... siempre hubo gente dispuesta.

Dormiremos hasta más allá del mediodía.


Al día siguiente deshacemos el camino andado... y llegamos a Bujaruelo a última hora de la tarde. En la primera casa donde cuelga un cartel que reza "Fonda"... entramos y nos recibe una mujer.. con delantal casero, poderosas manos y limpios ojos azules.

-¿Será posible comer algo?.- preguntamos.
-Lo que tengo en casa... algo de carne, huevos, chorizo...- nos responde.
-Pues eso.
-Voy a la cocina.

Mientras vaciamos la jarra de vino que nos dejó en la mesa... comienzan los magníficos sonidos de una cocina de leña... avivar el fuego, sartenes de hierro, cucharones de palo y aceites hirviendo.
Un chuletón, un huevo, un chorizo y patatas fritas en cantidad importante después... volvemos a llamar a la mujer que acude solícita y algo preocupada...

-¿Quizá es poca ración para mozos montañeros?. 
-No, señora... es que llevamos días sin comer bien. ¿Es posible que nos prepare lo mismo?.

Dicho y hecho... así da gusto... ésta mujer vale un potosí.
Ya con el aceite caliente... aquello es rápido... y la vemos venir sonriente y satisfecha .. con una bandeja donde todo es el doble de lo anterior...

-Voy a por el otro plato.-

¿Otro plato?... bueno... nos educaron para no hacer feos en casa ajena... y así... tranquilamente pero sin pausa nos apretamos la ración correspondiente, con el resto de la hogaza de pan y otra jarra de vino.

Pagamos y nos despedimos, algo mareados... no sin antes aquella mujer que debió cogernos cariño... nos plantara dos besos sonoros y un ¡Cuidaros!... que nos supo a gloria.

La vida es bella.


34 comentarios:

  1. Como molan estas historietas,y que bien me lo paso leyendolas Carlos.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bien... bien, Miguel Ángel... me alegro que disfrutes y te traigan recuerdos... eso anima a futuros proyectos.
      Un cordial saludo.

      Eliminar
    2. me uno al komentario anterior.....y mi mente se pierde por ese valle del rio Ara kamino del vignemale.....me has transportado en el tiempo....gracias!!

      Eliminar
    3. Gracias, errekerre... bueno... para mí es suficiente si se reviven momentos y se disfruta de la lectura... seguro que regresas con otros ojos... todavía más abiertos.
      Saludos.

      Eliminar
  2. Plas, plas,plas...
    Otra de las buenas. Me he tensionado un poco con lo de "Canito"...
    Espero que no te canses de seguir contándonos estas preciosas aventuras.
    Abrazos. David.E.Resino.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo espero que no os canséis de leer historietas... eso tiene más mérito.
      ¿Por qué te "tensionas" con lo de "Canito"?...
      Un abrazo.

      Eliminar
  3. Una vez más, excelente. Insisto en que vayas buscando editor.
    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Diego... yo creo sinceramente que es más mérito vuestro que mío... tenéis "corazón alpino" y claro... estáis perdidos... jejejeje.
      Saludos cordiales.

      Eliminar
  4. Me pregunta el "cronista" que por qué me he "tensionado" con lo de "Canito".
    ¡Nada hombre, por nada!, el "Canito" en medio de la granizada, resbala y se cae a mitad de la travesía... le sujeta un clavo que ve a saber cómo estaba y el vuelo que ya llevaba... le paras a "la española" que aunque no lo he hecho nunca, imagino cómo es... nada, nada, son solo "pequeñeces" que nos ocurren todos los días en el salón de casa..ja, ja,ja... jod.. ¿que por qué me tensiono pensando en el "Canito"?.Debe ser que estas lecturas las vivencio demasiado...
    Anda, un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. jojojojjo... bueno, David... es que no pillé el "tensionado" ése... jajajaja.
      Aclarado... un abrazo.

      Eliminar
  5. Exacto, la vida es bella...
    y esa mochila de la última "instantánea" tenía que tirar para atrás de lo lindo, última tecnología ¿Serval?
    Gracias Carlos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Ah!, Nicolás... pues no recuerdo la marca de la mochila... la compré en una tienda de "deportes" del barrio... loneta gris y hombreras de serraje... por supuesto sin acolchado... me acompañó muchos años y, al contrario que ahora, siempre había espacio para lo que portábamos... ya fuera para un día o varias semanas... jejejej.
      Gracias a ti por participar.

      Eliminar
  6. Con muchos años de diferencia pasamos nuestro paso del rubicón particular en esa pared.Leimos una piada en el refugio de una cordada que habia hecho 16 épicos rapeles bajo la lluvia para besar de nuevo la rimaya de Gaube...2 dias nos tuvo esa historia escrutando el cielo al amanecer en busca del mas mínimo mechón de nube que una vez localizado nos devolvía al saco, ahora si a dormir...Al tercer dia fue la vencida.Buenisimo relato con sabor a transporte público, bocata y casi todo el tiempo del mundo por delante.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Victor... ciertamente ésa pared ha ofrecido resistencia a mucha gente... claro, se miran grados y no asustan... pero tiene ése toque cara norte donde nada es seguro.
      La repetí varias veces en años posteriores... nunca pude bajar de las 5 horas y siempre... mirando al cielo.
      Saludos.

      Eliminar
  7. Magnifico relato Carlos, a mi me paso casi lo mismo a mediados de los 70, en la travesia de los esquistos nos cayó también una tremenda granizada que dejó blanca la pared. Hicimos una cordada internacional con dos italianos y dos franceses para poder salir de allí.
    La bajada desde la cumbre hasta el collado de Mulets, de noche y calados fué épica.
    Mi mujer, una santa, nos esperaba en la pradera en una tienda de campaña, al lado del refugio de Oulettes y fué la que pasó el peor rato.

    Un abrazo Carlos
    Alfonso (Antiguo Pedricero)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Alfonso... tiempo sin saber de ti. Según lo cuentas... es clavao a la historia que cuento... jejejejej... está claro que la montaña siempre da sorpresas y nada es seguro hasta llegar al bar.
      Pero bueno... por aquí seguimos mientras sea posible.
      Un abrazo.

      Eliminar
  8. ¡¡ Menos mal que llevabas el permiso paterno,sino te hubieras quedado sin escalar esa montaña¡¡
    Sepu

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ayyy... pobres padres. No puedo quejarme, siempre comprendieron la pasión... aunque nunca la "entendieron".
      Un abrazo, Sepu.

      Eliminar
  9. Me encanta el relato Carlos, como todos, pero este especialmente, tus inicios, me veo en la habitación y me dan ganas de preparar una mochila y largarme a Pirineos, me motivas un montón, en cuanto acabe los exámenes me voy a ir zumbando.
    Gracias por estos recuerdos, espero algún día recordar mis inicios tan mágicos como los tuyos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Roberto... me alegro que de algo sirvan éstas historias... que motiven y hagan soñar.
      Ya sabes... siempre perseverancia y mente limpia ofrecerán nuevos espacios a recorrer... y estoy seguro que tú conseguirás los tuyos.
      Un cordial saludo.

      Eliminar
    2. Creo que fué en el año 1963 en esa misma pared. Mi compañero cae desde 15 metros por encima de mi y sin un seguro intermedio.La caida total de 30 metros la aguante con la cuerda quemandome las manos y el clavo donde estaba asegurado quedo completamente retorcido. El final: Mi compañero con los dos tobillos fracturados y trasladado en helicoptero a Lourdes, una vez que logramos bajar de la pared.

      Eliminar
    3. Tuvisteis suerte... sí.
      Bajarse de allí con un herido tiene lo suyo. En cualquier caso salió bien... y es bueno indicar que no hay montaña fácil.
      Saludos.

      Eliminar
  10. Es impresionante Carlos,que aventuras y que bien lo cuentas.
    Estoy en una parada d taxis currando pero leyéndote me transporto a esa arista junto a ti y a tu amigo Canito.Oye,que bien me han sabido los huevos fritos con chorizo jejeje.
    Gracias

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. jajajaja... gracias, Luis... me alegro que la narración te lleve más lejos de la ciudad y te veas en ésa magnífica clasicorra... luego ya... si hay que repetir de plato... pues se repite... jejeje.
      Saludos cordiales.

      Eliminar
    2. Javier Urcina(Suizo para los amigos)6 de abril de 2013, 23:47

      El relato es impresionante y parar caidas sobre el hombro era una cosa normal y a la vez rara ya que la religion que practicabamos aquellos años prohibia alejarse mas de 15 m. de un clavo y caerse era pecado mortal,la religion aquelos años era obligatoria.-Un saludo y sigue contando historias de estas que tan buenos recuerdos nos traen

      Eliminar
    3. Gracias, Javier... cierto que parar caídas al hombro era la norma y eso de caerse prohibido... menos mal que todo mejora y se dispone de medios más eficaces.
      Eso sí... en montaña todavía se debe asumir la "prohibición" de caerse... sobre todo cuando se navegan espacios remotos donde cualquier problema se convierte en pesadilla.
      Saludos cordiales.

      Eliminar
  11. javier urcina(suizo para los amigos)29 de abril de 2013, 0:15

    Carlos: ¿Sabes que vida llevan Guardiola,Torrija,Loquillo,Pegoloco, Fulgencio,Ardilla y compañia. Con los que escale a finales de los 60 y principios de los 70 y que luego pocas cosas supe de ellos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Javier... a algunos de ellos los podrás encontrar por Facebook, en grupos como "los tichis" o "Club Alpino Maliciosa" o "Pedriza historia de 32 sendas en la vertical"... se alegrarán de saber de ti.
      Saludos.

      Eliminar
    2. javier urcina (suizo para los amigos)3 de mayo de 2013, 0:23

      Gracias por la informacion,ya tengo algo localizado.Un abrazo.-

      Eliminar
  12. Si te refieres a Fulgencio Casado, yo te puedo dar datos. El Ardilla acabo de verle hace unos dias en una publicación de la revista Desnivel y estaba con Cesar Pérez de Tudela

    ResponderEliminar
  13. De Guardiola y Fulgencio te puedo dar algún dato. El Ardilla recientemenmte le he visto en una publicación de la Revista Desnivel acompañado de Cesar Pérez de Tudela.

    ResponderEliminar
  14. Javier urcina(suizo para los amigos)3 de mayo de 2013, 23:07

    A Guardiola lo tengo localizado,a ver si da señales de vida(de ordenador mas bien) pero a Fulgencio no lo tengo localizado.Dime algo si sabes. Mi correo Jurcinasuizo@gmail.com.Gracias.-

    ResponderEliminar
  15. Fulgencio casado ha sido mi profesor de montaña en el INEF de Madrid en los años 2010 y 11.
    Magnífica persona y docente.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo también le tuve de profesor en INEF en 2001 y 2002. Sólo tengo palabras de agradecimiento para mi maestro.

      Eliminar