Subir montañas. Aprender, avanzar y mejorar… siempre mejorar. Luchar y perseverar… siempre perseverar. Imaginar y soñar… siempre soñar. Compartir, sentir y reír… siempre reír. Fracasar y triunfar… como aprendizaje. Intuir y prever…puede no ser cierto lo que ves. Entender el entorno… que no conoce piedad. Escuchar las señales… que son legión. Navegar… con calma justa. Decidir… es tu libertad. Asumir el sufrimiento… que alguna vez llegará. Proteger… el compañero es tu mitad. Corazón caliente y sangre fría. Humildad debida.
Aún así… nada es seguro. Nadie te obligó… y a nadie exigirás.
Luego… bajar de allí… con las mismas reglas.
Vivir.


jueves, 26 de julio de 2018

Cenizas al viento I


Pintalo todo de negro
Cuando busques una luz
Restos de clavos ardiendo
Interminable cielo azul
Marineros del destierro
No dejéis de navegar
Por los que se fueron pero están.

(La M.O.D.A.- "Nubes negras" La primavera del invierno)

Alpes. Cervino.

Nos arrasa un viento rastrero que dispara cristales de hielo duro, como granizado, en una mezcla que también trae granos de arena del camino que nos sustenta. Sí, yacemos en un camino bien marcado, al lado de un cascote que algo protege de los vientos feroces... y erráticos... que se aseguran ofrecernos mala noche.

Algo más de mil seiscientos kilómetros de una tirada, de las de parar a repostar y mear, desde la dehesa castellana que habito, hasta Täsch... el último punto donde aparcar y tomar el tren a Zermatt, la ciudad sin coches de combustión, repleta de carros eléctricos y calesas de percherones... el lugar donde solo es posible vivir si la cuenta bancaria, la personal, está dotada de vil metal, eso sí, cualquier vil metal.

Nuestra misión consiste en cumplir con el deseo, para nosotros un deber, de la compañera de Gaspar Muñoz... un alpinista visionario y excesivo, que no pudo aguantar el envite de un accidente en carretera ¡lo que son las cosas!... Ya os contaré cosas de Gaspar, cuando encuentre palabras.


 "Toma, Carlos, las cenizas de Gaspar... espárcelas por esas nortes de los Alpes que siempre soñó contigo".

¡Joder!

Una semana antes, solo una semana antes, de la muerte de Gaspar, comimos juntos, todos... también con su "niña" de pocos meses, en la dehesa castellana que habito... preparando la salida invernal a la Norte del Cervino... Solo una semana antes de que sonara el maldito teléfono que anunciaba cambios.

A Gabi -Gabriel Martín, el acompañante que quiso estar- se le vuela la colchoneta y un guante, ya en noche cerrada, rendidos ante la evidencia de no alcanzar el refugio Hörnli. La tormenta, allí... en un camino, alcanza dimensiones importantes y nos impide avanzar o retroceder. Tremendo.

Vestidos, sin saco de dormir y con la protección de la funda de vivac, logramos mantenernos junto al suelo, sin levantar vuelo, aunque los vientos se empeñan en zarandearnos como banderolas ¡joder! la de cosas que uno tiene que ver por las montañas de la Tierra.
Pero bueno, nos abrazamos como amantes "pecho espalda" y aguantamos el envite.

Amanece como anocheció.

Salimos de allí como alma que se lleva el diablo y alcanzamos, todo esto en un camino bien marcado, un lugar y un momento más amables que nos permiten depositar las cenizas de Gaspar bajo un cascote.
Allí quedaron, a los pies de Cervino... "la escombrera maravillosa", todo lo que no se llevó el viento.

Dieciséis horas más tarde estamos, de nuevo, en la dehesa castellana... con un solecito invernal que da gusto.


Gaspar ya es libre.

Continuará en Cenizas al viento II. Andes (Patagonia), Circo de los Altares...