Subir montañas. Aprender, avanzar y mejorar… siempre mejorar. Luchar y perseverar… siempre perseverar. Imaginar y soñar… siempre soñar. Compartir, sentir y reír… siempre reír. Fracasar y triunfar… como aprendizaje. Intuir y prever…puede no ser cierto lo que ves. Entender el entorno… que no conoce piedad. Escuchar las señales… que son legión. Navegar… con calma justa. Decidir… es tu libertad. Asumir el sufrimiento… que alguna vez llegará. Proteger… el compañero es tu mitad. Corazón caliente y sangre fría. Humildad debida.
Aún así… nada es seguro. Nadie te obligó… y a nadie exigirás.
Luego… bajar de allí… con las mismas reglas.
Vivir.


jueves, 27 de diciembre de 2012

Intentos al Dru

Conviene gestionar el fracaso con la misma gracia que un comentario impertinente... un ligero juego de cintura y cambio de tercio sin despeinarse.
Esto lo digo con la entereza que me proporciona haberme bajado de más sitios a los que subí... aunque, bien es cierto, en los inicios de estos caminos de la montaña... los "fracasos" me ocasionaban algún disgusto y pensamientos negativos.

Si de algo se debe estar orgulloso sería precisamente de "sobrevivir" a los intentos, abandonos o huidas... de ésas paredes que no se dejaron recorrer... incluso puede ser que estuvieran listas para recorrerse... pero, por algún motivo, no pudo ser.

Dispongo de una buena lista... así que empezaremos por ésta... la Aig. du Dru... los Drus, para los amigos.
La norte clásica Allain/Leininger mereció un par de intentos antes de colocarnos en todo lo alto... algo imprescindible para alpinistas de la vieja escuela... donde la cumbre cuenta hasta el último metro.

Un verano, principios de los años 90,  salimos del camping "Mer de Glace" en Chamonix abrasándonos los labios con el café hirviendo... dispuestos a no perder el primer teleférico hacia Grand Montets; la idea era entrar directos a la norte... ligeros y rápidos como galgos manchegos tras la liebre veloz.
Nos recibía un día radiante y, curiosamente, nadie encaminó sus pasos tras los nuestros... ni siquiera subían alpinistas desde Montenvers, estaríamos solos... ¡que alegría!.

Alcanzamos el glaciar de Nant Blanc sin contratiempos y empezamos a recorrerlo... sorteando algunas grietas abiertas... todo estaba perfecto en calidad de nieve dura y el glaciar mostraba el camino sin trampas; puestas así las cosas... no consideramos oportuno encordarnos... solo sería necesario no tropezar y mantenerse alerta.

Serían las nueve de la mañana cuando enfilamos la pendiente en descenso que acaba justo en el pequeño islote rocoso a los pies de la Aig. Sans Nom... un buen vivac desde el que ya solo queda remontar el cono de acceso a la pared... sorteando una grieta sucia y oscura.

Avanzamos separados por una buena distancia... en torno a 15 metros, cuando oigo un grito y me giro... justo al tiempo de ver al compañero caer de bruces y voltearse. Se ha enganchado un crampón por detrás de las cintas de cierre de la mochila: una sensación desagradable, conocida y peligrosa... como si te sujetaran el pie por la espalda.

Intenta la "autodetención"... pero le rebota el piolet en la nieve dura y empieza a deslizarse a velocidad considerable...  si no consigue parar en los primeros metros...  no habrá remedio.
Clavo un piolet, afianzo la postura y le espero... pasa a mi lado como una exhalación, logro trincarle el cuello de la chaqueta... pero se me escapa y va directo hacia la grieta final, golpeándose contra algunas piedras que emergen, como cuchillas, de la pendiente de nieve.

El tercer compañero y yo nos miramos por un instante... si no se detiene de alguna forma, la cosa será fea.
Pero lo cierto es que se detiene a un par de metros de la negrura; ha logrado, seguramente de manera intuitiva, agarrar un filo de la última roca y... aunque se hace unos cortes importantes... no suelta presa y se para.

El día sigue siendo espléndido... pero ya nada es igual para nosotros.
Le trasladamos al vivac de la zona rocosa... le abrigamos y metemos en la funda de vivac; está en "shock"... un estado de estrés agudo.

... ¡ahí se quedan (plataforma rocosa) a la espera!...


Si antes bendecíamos la soledad... ahora renegamos de ella. Ni siquiera sobrevuelan los helicópteros que suelen hacerlo por ésta frecuentada zona... ¡joder!.

No queda más remedio que buscar ayuda, así pues elijo desandar el camino y subir de nuevo a Grand Montets... mientras el otro compañero se encarga de mantener caliente y preparar caldos al herido; hay que evitar a toda costa que avance la hipotermia.

Les dejo la mochila y comienzo la ascensión sin prisa pero sin pausa... hasta que casi tres horas después comunico la situación en la estación del teleférico, donde por cierto me tratan excelentemente... ofreciéndome un termo de café y "croissants" de dimensiones descomunales.

Pocos minutos después ya veo al helicóptero que serpentea en ascenso... recorriendo el glaciar a la búsqueda de los compañeros.


Todo se resuelve en poco más de media hora, tanto es así... que me da tiempo para acercarme a saludar al piloto, ya de regreso del vuelo y de nuevo en el pequeño helipuerto de la estación. Me dice que ha dejado a los compañeros en el hospital de Chamonix... y que no me preocupe... todo estaba en orden.

Misión cumplida... me entra la flojera del descanso.


Pocos meses después del suceso relatado... en pleno mes de febrero, un invierno "chamoniardo" de fantásticas condiciones... en compañía de un amigo, con el que realicé multitud de magníficas escaladas, decidimos probarnos de nuevo en el Dru... pero ésta vez... por el "lado oscuro", el corredor norte... un hilo que se descuelga de la cumbre como la lengua que despliega una mariposa.

Esta vez entramos un tanto más abajo del cono inicial... buscando terreno más seguro, ante grietas tapadas por la nieve.




Pero claro... no bastaba con intentar la ruta clásica... la intimidante linea que abrieran los valientes Walter Cecchinel y Claude Jager... en cuatro días de un diciembre del 73; no... el asunto sería repetir la directa, una ruta que alcanzaba el corredor superior pero por una variante de entrada, a cargo de R. Accomazo y T. Sorenson... inaugurada en dos días de un agosto del 77; la reseña rezaba así... "seis largos hasta el corredor...extremadamente difíciles con dos pasajes en roca de doce metros cada uno (A3)...".
¡Ja!... problemitas a nosotros... ¡no te jode!.


De entre todo lo bueno que tiene vivir con intensidad... quizá cabe destacar que se aprende mucho... y rápido... si los Dioses ofrecen más oportunidades de las que seguramente merecemos.

Poco puedo contar de éste intento, ni tuvimos el coraje de fotografiar los movimientos acrobáticos de la escalada... solo que logramos superar un par de largos donde, al acabar el último metro... nos alcanzó un estado de agotamiento mental.

- ¿Lo intentas tú?.- le dije al compañero.
- ¡Ni de coña!.- me llegó la respuesta.
- ¿Nos vamos?.
- Estamos tardando.

Y así... emprendimos los rápeles que nos dejarían en la rimaya... al anochecer. Al día siguiente descendimos a Chamonix, por la Mer de Glace... con un sentimiento agridulce.

... últimos rápeles llegando a la rimaya... cuerdas y frontales...

Y... es que... conviene humildad ante tanta grandeza.


jueves, 20 de diciembre de 2012

Desiderata

Del latín... "conjunto de cosas que se echan de menos y se desean".

La autoría del texto mantiene controversias entre los expertos... los que abogan por el encuentro casual de un pergamino en latín, encontrado en la iglesia de Saint Paul (Baltimore) y fechado en 1692... y los que defienden que es obra del abogado y escritor americano Max Ehrmann (1872-1945). Lo que no admite discusión es que hizo suyos los derechos de autor en 1927.

Resulta difícil encontrar un texto que, en tan pocas palabras, resuma tan dulcemente el anhelo de cualquier ser humano; tanto es así que, en el pasado, fue tomado como bandera por movimientos sociales de todas las ideologías y condiciones.

En estos tiempos que nos recorren... al igual que ya pasó en otros no tan lejanos... quizá convenga pensar en esto; un ejercicio de respeto propio y ajeno... siempre a la búsqueda de uno mismo, el entorno y las vidas ajenas.

Parecería fácil acondicionar la vida al poema... parecería fácil.


"Anda plácidamente entre el ruido y la prisa y recuerda que paz
puede haber en el silencio.

Vive en buenos términos con todas las personas, todo lo que puedas sin rendirte.
Dí tu verdad tranquila y claramente; escucha a los demás,
incluso al aburrido y al ignorante; ellos también tienen su historia.

Evita a las personas ruidosas y agresivas, son vejatorias para el espíritu.
Si te comparas con otros puedes volverte vanidoso y amargado, porque
siempre habrá personas más grandes y más pequeñas que tú. Disfruta de
tus logros, así como de tus planes. Mantén el interés en tu propia carrera,
aunque sea humilde; es una verdadera posesión en la cambiante fortuna
a lo largo del tiempo. Usa la precaución en tus negocios, porque el
mundo está lleno trampas. Pero no por eso te niegues a la virtud que
pueda existir; mucha gente lucha por altos ideales y en todas partes la
vida está llena de heroísmo.

Se tu mismo. Especialmente no finjas afectos. Tampoco seas cínico
respecto del amor, porque frente a toda aridez y desencanto, el amor es
perenne como la hierba. Recoge mansamente el consejo de los años,
renunciando graciosamente a las cosas de la juventud.

Nutre tu fuerza espiritual para que te proteja en la desgracia repentina.
Pero no te angusties con fantasías. Muchos temores nacen de la fatiga y
de la soledad.

Junto con una sana disciplina, se amable contigo mismo. Tu eres una
criatura del universo, no menor que los árboles y las estrellas. Tu tienes
derecho a estar aquí. Y te resulte evidente o no, sin duda el universo se
desenvuelve como debe.

Procura estar en paz con Dios no importa como lo concibas, y
cualesquiera sean tus trabajos y aspiraciones, mantén, en la ruidosa
confusión, paz con tu alma.
Porque a pesar de todas sus farsas, arduos trabajos y sueños rotos, este 
sigue siendo un mundo hermoso.

Mantente alerta, esfuérzate en ser feliz"


sábado, 15 de diciembre de 2012

Chacraraju IV

Me despierto de un sueño inquieto, más allá del mediodía, con el sonido de un nuevo derrumbe del glaciar del Chacraraju... ya conocido pero que no puedo ver en ésta ocasión.

Va para tres días que me vendaron los ojos... y Nacho, mi compañero de tienda... siempre al tanto y dispuesto... se acerca a quitarme legañas y añadir más colirio que alivie un dolor que, poco a poco, disminuye y ya me permite adivinar luces y sombras.

Hoy toca ejercicio de higiene... en cuclillas sobre el arroyo cercano al campo base... aguas puras y frías que cortan la piel; lo agradecen los cuerpos que empiezan a sostener vidas ajenas... de olores ni hablamos.


También aprovechan algunos para lavar y remendar ropas... ya puestos pues que sea lo que tenga que ser.

No todo serán penas... y nuestro guardián Vargas, que nos abandonó unos días para solucionar un juicio en Huaraz, regresa con una reserva de proteínas que llega al campo base con magníficos andares... un carnero, ya entrado en años, que promete guisos sabrosos... ya veremos.


Al animal no le da tiempo para aclimatarse a la nueva altitud... Vargas se encarga de que su vida sirva para mantener otras.


Desde el primer intento fallido al Chacraraju han pasado unos días... incluyendo una borrasca que nos regaló un campo base nevado... regalo para la vista pero inquietud para el espíritu; no podemos perder más tiempo y hay que aprovechar cualquier oportunidad para un nuevo intento.

Reunidos en la tienda/cocina, tras horas de rifirrafes... se decide que hay que volver a abastecer el campo I y abrir la huella del glaciar, seguramente borrada por las últimas nevadas; también... dejar un pequeño depósito de material y comida en el cono que da acceso a la pared... y de paso... abrir huella más allá, hasta la rimaya del otro Chacraraju... el Este... hermano menor del que nos ocupa.


La intención es facilitar el camino al próximo objetivo una vez conseguido el principal... parecería que nos ponemos la piel del oso antes de cazarlo... no tenemos remedio.

Dicho y hecho... me prestan unas gafas de cristales negros como el azabache... y tiramos para el campo I, allí me dejan de vigilante, y el grupo vuelve a abrir huella... asegurar el depósito y seguir marcando terreno hasta el siguiente objetivo.


Solo hará falta esperar una mejoría del tiempo... que llega poco después... como llega todo en la vida, una mezcla de alegrías y miedos ante el compromiso adquirido.

Pasamos la tarde en el campo I a la espera del anochecer... inquietos y nerviosos... sin dejar de mirar la pared. Ésta vez seremos tres... los días anteriores decidimos que dos cordadas independientes, pero juntas, unirían fuerzas para "rematar" al monstruo... pero Javier no se encuentra bien... y Nacho da un paso al frente para formar el trío.


Llega un atardecer plácido en el paisaje, sereno y amable... pero inquieto para el grupo... Paco y Antonio velarán nuestro nuestro sueño... dispuestos a intervenir si la ocasión lo requiere... no hay nada como tener amigos al acecho.
Nos damos un festín por si no hay ocasión futura... que no la habrá seguro; comemos picando de aquí y allá... algo ansiosos.


La luz desaparece lentamente... mientras sostenemos en las manos un pote de té hirviendo... más por calentar las manos que llenar el estómago... bien nutrido.

Dentro de unas horas empezará la batalla.


Nadie duerme en el campo I cuando llegan las doce de la noche... la hora de la verdad... en la que nos calzamos las botas y nos despedimos del resto... solemnemente... esto parece un funeral.

Atravesamos el glaciar de nuevo bajo la luz de la luna... tengo la sensación de que nos movemos lentamente, como si quisiéramos retrasar la llegada a la rimaya... a la que llegamos tras recoger material y comida del depósito.


Mientras nos preparamos para empezar... miro por última vez la cálida luz que emite la tienda del campo I... el negro perfil del Chopicalqui, que tenemos a un lado, y a éstos dos... Miguel y Nacho, compañeros de viaje para las próximas 80 horas; se dice pronto.


Nada más asomar por el borde superior de la rimaya, nos recibe una ola continua y persistente de nieve polvo... coladas de las que se deshace el Chacra tras las últimas nevadas... y que se cuelan por el cuello robando calor al cuerpo.
Nacho dice no se qué... de que se quiere ir de allí, pero se le pasa.

Miguel y yo... ya sabemos lo que nos espera... revivir la desagradable sensación de como alcanzan los cristales de hielo lugares tan lejanos como el sitio donde la espalda pierde su nombre.


Nos amanece en el primer resalte... que resolvemos por lugar distinto al primer intento... una zona más directa y que nos deposita en el canalón de nieve blanda donde navegamos a punto de perder el sentido de ubicación.


Las olas de nieve polvo nos llegan a la cintura... nos atraviesan sin fuerza pero no vemos donde pisamos... ni donde colocamos el piolet... nada... una sensación extraña en la que parece que se mueve la pared; me da por pensar ¿y si viene un "regalito" envuelto?... nos partiría las piernas sin enterarnos.

Tiramos en un ensamble infinito... maldiciendo que no haya reuniones para reposar... ¿es que no descansa el mamón éste que va delante?.


A la tarde temprana llegamos al lugar elegido para vivaquear... algo más abajo que la primera vez... y que nos permite tallar una repisa lo suficientemente cómoda para estirar las piernas.

Tres horas de trabajo mientras nos alcanzan las sombras... aunque el sol todavía calienta las montañas que nos rodean... cosas de los hemisferios, vertiente sur con fríos del norte.

Nos aseguramos a un par de tornillos "sacacorchos" y colocamos la tienda de pared a modo de toldo... algo nos libra de las coladas de nieve polvo que, menos mal, han perdido intensidad... parece que la montaña ya descargó sobrante.

Ésta vez podemos meternos en los sacos... vestidos como estamos y solo retirando los crampones; incluso apoyar la espalda y apretujarnos cariñosamente... la vida es bella.


Estamos contentos y hasta bromeamos... mientras el infiernillo, que sujeta Nacho entre las piernas, derrite nieve para una sopa caliente.

La luz nos abandona ante un paisaje espectacular... ahí los Huandoys... allá el Chopicalqui... y enfrente los Huascaranes... teñidos de amarillo ocre, enormes y cercanos; nosotros aquí, en el palco principal de un teatro que bajará el telón hasta el próximo amanecer.


Esta vez hemos descansado bien... dormir poco... pero suficiente para empezar la tarea a medianoche, como siempre, bajo un frío intenso y limpio... de ése que duele y anestesia la cara.

El segundo resalte resulta ser tan duro como se preveía... hielo acerado entre planchas de roca... vertical y con reuniones colgando.
También contiene una tirada inquietante... una cortina de hielo frágil, separada de la roca y en la que tallamos agujeros donde metemos los brazos hasta el codo... tocando la roca al fondo con los dedos estirados... ufff... sonidos secos mientras la cuerda cuelga, durante muchos metros, sin protección alguna.

En una de éstas se me ocurre pensar que todo se vendrá abajo... y desapareceré en el espacio negro entre hielo y roca; me sube un golpe de calor que abrasa las sienes.




¡Un clavo!.- grita Miguel.
¿Ha dicho un clavo?.- nos preguntamos Nacho y yo.
¡Sí, un clavo!.- responde Miguel de nuevo.
¿Estás seguro que es un clavo?.- insistimos.
¡Un clavo, joder!.- chilla Miguel.
¡Ha encontrado un clavo!.- repite Nacho.
- ¿Qué hace un clavo ahí?.- me pregunto.
- ¡Que raro!.- ... el Nacho.
- Sí.- ... yo.

Conversación de besugos ante el bloqueo mental que nos ocupa... y un encuentro inesperado que entenderemos pasados unos minutos; un clavo de roca que dejaron los aperturistas... Bouchard y Meunier... el año anterior; aunque parezca poco... resulta mucho eso de saber que alguien pasó por aquí.


Pero nuestra dicha tiene las patas cortas... ya me lo decía mi padre... "Carlos, dura poco la alegría en casa del pobre".

Nos ha llevado más de seis horas superar éste resalte y... a punto de salir al canalón ¡zas!... a Miguel se le escapa un piolet de la mano, la herramienta más técnica  que poseemos... una maza "Peck Terrordactyl", ¡joder!, esto sí que es un problema serio... pero vamos... que de aquí no nos bajamos ni que tiemble la Tierra.


A partir de ahora solo será posible escalar en "V" cuando el terreno ceda en dificultad y pasando una sola cuerda por los seguros... que tampoco colocamos muchos, pero alguno si.
Para los largos duros lo haremos en "linea"... de ésta forma cuando el segundo llegue a la reunión, lanzara por la cuerda un piolet al tercero; se avecina la eternidad.

El canalón es un tobogán de hielo... de nuevo acerado... y largo, muy largo. Sufrimos calambres constantes en los gemelos... un dolor intenso que solo cesa cuando se acaba la cuerda de 45 metros y tallamos, a toda prisa, un pequeño boquete para colocar los pies de lado.

Cansados de golpear tantas veces piolet y crampones para conseguir buen anclaje y dar el siguiente paso... entre chirridos del metal contra el hielo - como arañar la pizarra con uñas de escolares rebeldes... para que las chicas chillen - decidimos parar al mediodía y repetir la faena de tallar un nuevo dormitorio.

Hace rato que nos envuelven nubes y nieblas... y, como las desgracias nunca vienen solas, Nacho pierde una manopla.
-¡Carlos... cógela!.- me gritan... mientras me agazapo pensando en que algo me va a sacudir.
La manopla se pierde entre las nubes y de nuevo... tenemos otro problema añadido... aunque hay repuesto de momento.

Esta vez... es Nacho el que sufre una conjuntivitis dolorosa y Miguel el encargado de abrir el botiquín de emergencia y aplicar colirio a unos ojos que no llevaron gafas durante el día... eso le impedirá ver el atardecer de los Huascaranes...


Ya andamos cerca de los seis mil metros de altitud y "solo" nos quedaría otro resalte más corto que los anteriores para llegar al inmaculado colchón blanco de la cumbre... decido celebrarlo con un cigarrito que me sabe a rayos... bueno, es un decir... por aquel entonces no sabía a qué saben los rayos... eso lo conocería muchos años más tarde, pero ahora no viene al caso.

Llevamos más de trece horas en marcha y éste vivac, más incómodo y con cuerpos doloridos, no será tan bueno como el anterior... pero nos animamos pensando que mañana será el día.

A medianoche, de nuevo, elegimos una canal que nos parece ofrecer posibilidades de tener continuidad... y apenas avanzados unos metros ¡zas!... a Nacho se le atasca mi piolet de madera y se suelta el regatón que no coloqué con el apriete debido cuando lo recorté en su momento... ¡menudo plan!.
Parece mentira la prestancia que pierde un piolet sin regatón; esto lo pienso... pero no se lo digo, no sea que la líe.


Poco más arriba... cuando el amanecer nos castiga con un frío que muerde... Miguel pierde un guante ¡joder!... esto le traerá consecuencias... pero vamos... que de aquí no nos bajamos ni que tiemble la Tierra.

Alcanzamos un sector que parece una ratonera... la canal se cierra con estalactitas a un lado, roca desplomada al frente y merengues inestables al otro... pasan horas, intentando salir de allí... hasta que al fin resolvemos el crucigrama por los merengues a punto de caer.
Justo en éste lugar, Bouchard tuvo una caída y se fracturó alguna costilla... quizá es esto lo que nos hace ser cautos en exceso.

A Miguel le ruedan lágrimas cuando entra en calor la mano sin guante... solo protegida con un cubremanoplas de nylon.

Tenemos ante nosotros un estrecho corredor, poco más de un metro de ancho, que brilla como un diamante... y se nos antoja de dureza similar... 80 o 90 metros cercanos a los 70º y en los que me toca luchar hasta la extenuación... entre dolores de rodillas, gemelos y nudillos sangrantes.

El hielo es transparente... y a su través adivino fisuras en la roca; golpeo como un poseído haciendo saltar desconchones de verglas, de buen tamaño, tratando de alcanzar un buen seguro que me permita descansar... pero no es posible... y solo consigo bombardear a éstos dos... al punto de desplazar a Nacho de la reunión con un impacto considerable.
Me gritan... pero no escucho.

Aunque a veces no lo parece, todo tiene un fin... y pisamos blando.


Miguel termina los últimos metros mientras le asediamos con la pregunta del millón....

- ¿Ves la cumbre?.
- No.
- ¿Que si ves la cumbre?.
- ¡Nooo!.
- ¿La ves ya?.
- ¡Que nooo... joder!.
- Dice que no ve la cumbre.
- Pues tiene que estar ahí.
- ¿Seguro que no ves la cumbre?.
- ¡La leche os han dao... nooo!.


De repente... todo cambia, el canalón se pierde en un colchón donde nos hundimos hasta la cintura... una pesadilla deseada pocos metros más abajo y que ahora no podemos superar... así de simple... no hay forma de avanzar y caemos rendidos en un agujero que nos supera en altura... ¡joder!... esto no acaba nunca.

Nos invade una pereza infinita, dan ganas de quedarse a vivir aquí... dejarse llevar y descansar para siempre.


Mandamos a Nacho por delante... a cavar una trinchera con el "deadman"... un trabajo penoso y brutal ya por encima de los seis mil metros, mientras Miguel y yo fundimos nieve entre cabezazos somnolientos. En una de éstas notamos que Nacho no se mueve...

- ¡Nacho!... ¿estás bien?.- le gritamos.
¡Eh!... ¿qué?... ¡Ah!... me quedé dormido.- algo así balbucea.

Le pasamos agua en su mochila, por la cuerda, para que se le aclare la sangre... que parece que no le circula bien, como a nosotros... y continua su trabajo zigzagueando por la pendiente ante la imposibilidad de abrir zanja de frente.


Por fin el terreno suaviza y la nieve permite mejor paso... ya solo queda andar... y lo hacemos exhaustos pero sin pausa... poseídos de una inercia que nos mantiene en movimiento... respirando agitadamente y con la vista fija en ése lomo que no tiene fin.

Tengo la impresión de "vivir" en el Chacra desde siempre... como ocurre en los caminos que se recorren sin planes previstos; viajeros que solo cesan cuando lo pide el cuerpo... en cualquier lugar.



Y así... hasta que, de repente, no podemos subir más.





Estamos a 6.113 metros... en la cumbre del Chacraraju Oeste... son las dos y media de la tarde y acabamos de romper el maleficio del numero maldito, ya somos 16 los alpinistas que conocemos el sabor del aire que  recorre ésta pequeña cima "imposible".

Miguel se pone a llorar y yo le imito al instante... a Nacho se le dibuja una inquietante sonrisa que no le abandona en momento alguno; me giro a un lado para vomitar poca cosa.

Nos apretamos las manos sobre éste pequeño cono de nieve que arrasa un viento en aumento y trae nubes a jirones... me parece vivir un sueño y miro a éstos tipos con agradecimiento infinito... hacemos fotos y paseamos la vista en derredor para cerciorarnos que estamos en todo lo alto... si muriese ahora mismo, no lo notaría.

Nos rodea un inmenso mar de nubes... del que solo sobresalen las cumbres más altas; náufragos en una isla desierta de un océano azotado por la galerna... me "presiento" acompañado pero algo solo; me llegan señales de un cuarto navegante... una figura brumosa que se desvanece en la arista de nieve que desdibuja la niebla... al Este; me hace un gesto con la mano indicando el camino... todo es cordial y tranquilizador.

Me siento poderoso y frágil... ligero al punto de volar, todo a la vez... tanto esfuerzo para escasos 30 minutos de gloria.

Se agolpan sensaciones y pensamientos que no logro controlar... late el corazón con fuerza y el estómago tiene vida propia; nos envuelven neblinas... zarandea el viento y atenaza un frío despiadado... no debemos esperar... ya no hay más.


Ahora... hay que bajarse de aquí...


lunes, 10 de diciembre de 2012

Vídeo El Gutre

He tenido que subir otra vez a la troje... ya sabéis... ése lugar donde antaño las casas almacenaban los trastos inservibles y, en los pueblos, cereales de la cosecha... cántaras de vino y aceite... jamones entre el trigo y matanza para ventilar; en mi caso subí las escaleras solo para buscar papeles, apartando material viejo de montaña, por cierto... hay un par de botas que sostienen vida, unos hongos blancos... como pequeñas palmeras enraizadas entre cordones que un día fueron de color rojo sangre.

A lo que vamos... durante las temporadas 81/82 compartí trabajo en el refugio Elola del circo de Gredos, junto con el guarda oficial... Miguel Á. Vidal... un viejo amigo de risas y lágrimas; todavía nos queremos...  y hasta "expedicioneamos" juntos por montañas lejanas... aunque hubo años que nos olvidamos... seguramente por hartazgo de afectos... ¡eh, esas risitas!.

Un mes de enero del 82... a un par de meses vista de salir para Alaska - ya os contaré ésta historia... que tiene lo suyo - decidimos dar una batida por el circo de Gredos... como entrenamiento para lo que se nos venía encima.

Ahí van las notas...

"Cargamos las mochilas para tres días en un viaje por el circo a la búsqueda de sueños. Dejamos a las chicas a cargo del refugio y nos despedimos como si aquello fuera algo importante.
Todo estaba por descubrir y de alguna forma intuíamos que formábamos parte de la exploración.
Plantamos la tienda en la hoya bajo el Cuchillar de las Navajas y apenas amanecido entramos en lo que llamaríamos "Alta Tensión"... una ruta que no nos dejaba dormir.
Los días anteriores nevó en abundancia y eso nos hizo creer que la linea blanca estaría en condiciones.
El primer largo no supuso problemas... con un único seguro de un clavo en roca que tranquilizaba la llegada a reunión.
Miguel se lanzó a por los siguientes metros como lo haría un tigre buscando el cuello de su presa; la cosa no estaba bien y tuvo que desviarse a izquierdas buscando roca para colocar algo.
El tiempo pasaba a la misma velocidad con que se me acababa el tabaco... se rindió cuando a pocos metros de la salida un merengue, que cortaba el paso, parecía imposible de superar.
- No lo veo, Carlos -.
-¡Esto no se queda así! -.
Alcancé el merengue, solté los piolets y metí los brazos... como abrazando un puñado de azúcar. Todavía di unos pasos hasta que me alcanzó la razón.
No fue posible. Salimos hacia la izquierda en mixto, por un terreno que hoy tendría un grado que entonces no conocíamos.
Recogimos la tienda y seguimos nuestro camino bajo la norte del Almanzor y el Cuchillar de Ballesteros, para llegar anocheciendo a la pequeña laguna del Gutre... donde nos esperaba una línea desconocida... pero eso pertenece a otra historia."


... apertura "Alta Tensión"... 1982...

... intento fallido por la salida directa...

... tras el segundo largo, hacia la cresta del Cuchillar de las Navajas...

... intentos de repeticiones en años secos...

... equipo de la época...

Tuvieron que pasar 28 años para volver a ver aquella linea del Risco del Gutre... bajo la que instalamos la tienda  un día de enero de 1982 y que contemplábamos ansiosos, esperando un amanecer... que llego tormentoso y nos obligó a huir de allí a toda prisa.

La magnífica temporada invernal del 2010 - ya hemos hablado de esto en alguna ocasión - animó a visitar lugares olvidados... y así fue como Carlos Cabeza y Jose Manuel Palacios, generación de los 90, me invitaron a volver... cosa que acepté encantado y les agradezco infinito.

A las cinco de la mañana de un día del mes de abril... suena el despertador en el refugio Elola... se hace necesario madrugar porque el Risco del Gutre queda lejos, en un espacio poco visitado en su orientación Norte... pero merecerá la pena contemplarlo con las primeras luces del día.

Una vez llegados al Venteadero nos espera media ladera en descenso para alcanzar el collado entre los Gutres, desde el que ya tenemos visión completa del circo de Cinco Lagunas... un lugar alejado... vayas por donde vayas.

... Venteadero... ¡sin palabras!...

Luego toca rodear las rocas del Gutre Oeste, nuestro objetivo, por pendiente cómoda... pero siempre atentos; un error por ésta zona, cuando los crampones suenan... tendría consecuencias imprevisibles.

... desde el collado... bordeando la base del Gutre...

Y ya amaneciendo podremos disfrutar de la visión completa... un risco que durante décadas solo albergó un par de rutas clásicas... la "vía Goldspell invernal" inaugurada el 28 de marzo de 1975... por Luis Bárcenas, Juan A. Casilla y Eugenio Castilla.

La otra ruta... el espolón rocoso inmediatamente a su derecha... "Espolón Norte" a cargo de los hermanos Miguel y Luis López con Arturo Romero... el 6 de octubre de 1975.

... "Goldspell invernal" y "Espolón Norte"...

Aún nos quedará seguir rodeando rocas hasta localizar el sector central... aquel que Miguel y yo descubrimos en el lejano 1982.

La ruta que vimos en aquellos años... fue inaugurada por R. Lora y Ricardo... el mes anterior al de abril que ahora nos ocupa - dejándome el honor de bautizarla como "Amanecer" -... una fantástica linea que ahora encontramos muy despegada de la roca en los primeros metros... y se nos antoja peligrosa.

... "Amanecer"...

Así pues... seguimos avanzando hacia la derecha hasta encontrar una nueva posibilidad... a la que llamaremos "Luna"... y ahí va una secuencia...

... entrada en mixto...


... magnífico hielo del segundo largo...

... ¡me gusta!...

... filmando a lo "Calleja"...

Solo hará falta romper una pequeña cornisa y ascender unos metros para alcanzar la solitaria cumbre... con vistas en cualquier dirección.
Nos parece increíble que en un mes de abril, tras años anteriores nefastos, Gredos mantenga un toque invernal y nos regale ésta oportunidad.


... tras cumbre... descenso al collado...

Una vez conseguido el objetivo toca regresar... algo cansinos pero alegres. El collado entre los Gutres Este y Oeste, lugar perfecto para el bocadillo, nos recibirá con una subida hacia el Venteadero... que fue bajada al amanecer... y mantiene un carácter "alpino"... no habrá que descuidarse aunque las vistas nos emocionen.





Así quedó la graduación de "Luna"... otra ruta más que ya aumenta las posibilidades de escalada en el fantástico Risco del Gutre Oeste... y añado un croquis general de Carlos Cabeza... donde ubicarse mejor.



A nosotros se nos quedaron ésta caras... y algo así seguro que les ocurrirá a todos aquellos que decidan visitar la zona... salvaje, solitaria y austera.
Como bien dice el "gredense Cabe"... ¡Gredos infinito!... siempre.


¡Ah!... claro... el vídeo... para los que aún lo soporten...




Actualización febrero 2014

En el mes de febrero del 2014, Jorge Valle y Alberkoka García, realizan la primera repetición de la ruta original "Alta Tensión" en el Cuchillar de las Navajas.

Estas son sus palabras:

Sobre el segundo largo de Alta Tensión tan solo disponemos de la información proporcionada por Carlos Gallego sobre la primera ascensión, ya que no nos consta la existencia de repetición alguna.
Tras nuestro requerimiento para la descripción de esta tirada, el propio Carlos nos responde:

"Lo que recuerdo es que lo hicimos por un pequeño desplome hacia la izquierda, algo más arriba de la primera reunión, hasta alcanzar algo de mixto a la salida.
Lo recuerdo durísimo, con crampones arañando la roca, y en esa epoca, tanto Miguel como yo no conocíamos esa dificultad.
Fue tremendo, pero estábamos decididos a salir por algún lado, tras el fiasco con la salida directa.
Siento no poder describírtelo, solo recuerdo salir por allí con los piolets colgando de las dragoneras, con las manos descubiertas y casi insensibles, muy duro.
Me viene a la cabeza que colocamos un clavo de roca, pero no estoy seguro".

32 años han pasado desde que Miguel Ángel Vidal y Carlos Gallego, trazaron esta linea en el muro de cristal del Cuchillar de las Navajas.
En un arrebato de amistad y deuda hacia un amigo, y de las excelentes condiciones que reinaban en el Circo de Gredos estos días, decidimos intentar averiguar el gran secreto de su itinerario.
A pesar de seguir una linea lógica y salir por arriba en escalada libre, nos queda la duda de que sea la original.
Esperaremos a que confirmen sus aperturistas.
Jorge Valle (Febrero 2014)

Ahí van las fotos:





Amigo Jorge, ese fue el camino que nosotros seguimos y el que vosotros habéis seguido... Un placer.
Carlos Gallego