Subir montañas. Aprender, avanzar y mejorar… siempre mejorar. Luchar y perseverar… siempre perseverar. Imaginar y soñar… siempre soñar. Compartir, sentir y reír… siempre reír. Fracasar y triunfar… como aprendizaje. Intuir y prever…puede no ser cierto lo que ves. Entender el entorno… que no conoce piedad. Escuchar las señales… que son legión. Navegar… con calma justa. Decidir… es tu libertad. Asumir el sufrimiento… que alguna vez llegará. Proteger… el compañero es tu mitad. Corazón caliente y sangre fría. Humildad debida.
Aún así… nada es seguro. Nadie te obligó… y a nadie exigirás.
Luego… bajar de allí… con las mismas reglas.
Vivir.


lunes, 22 de octubre de 2012

Chacraraju III

Amanece un nuevo día en un campo base aún sin acondicionar... bolsas, sacos y cajas de cartón rodean las tiendas levantadas a toda prisa la tarde anterior. Estamos a más de 4.500 metros... en una pequeña pampa a los pies de la morrena frontal que soporta la laguna 69 y recoge las aguas del glaciar del Chacraraju.

Un farallón lateral nos impide ver la montaña soñada... como si no quisiera asustarnos con la visión constante de la pared.
A cambio y hacia el Este... tendremos siempre a la vista el Chopicalqui y los Huascaranes, vigilando un valle como gigantescos centinelas.

... Huascaranes...

Han pasado diez días desde que despedimos familia y amigos, una madrugada de nervios, risas y lágrimas... por fin nos encontramos en la puerta de entrada del castillo del "gigante", pero aún no le hemos visto ni conocemos su dimensión.

Remoloneo en el saco, asomando la cabeza por la inexistente puerta del toldo, a modo de tienda, para contemplar el ajetreo que se traen éstos... mientras me llegan olores a beicon, huevos revueltos y café; nuestro cocinero/guardián Vargas se afana en preparar un desayuno como Dios manda, mientras el grupo deambula de uno a otro lado... abriendo sacos, cajas y mochilas... como niños en Navidad.

... Antonio, se pregunta... ¿ande andará el cepillo dientes?...

Mientras devoramos todo lo que llega a nuestro alcance... Nacho, el más madrugador, nos cuenta que se acercó a un chorten, casi al final de la pampa y  orillado a una pequeña laguna que, parece ser, levantaron los japoneses en recuerdo de amigos perdidos en el Chacraraju... ¡joder!... empezamos bien.
Nos dice que lo ha visto... y le asediamos a preguntas incapaz de responder.

No podemos soportar más esperas y preparamos las mochilas para una jornada de reconocimiento... algo de comida, piolet, crampones, cuerda, ropa y botas... ¡ayyy!... las botas sin estrenar, unas Galibier Makalu dobles en cuero, pesadas y duras como el hormigón, que no tuvimos tiempo de calzar... y que a todos nos harán sufrir.

... probando cargas... las ajenas siempre parecen livianas....

Será un día largo de exploración... con ésa sensación de aventura que mariposea el estómago y siempre en la mente una idea fija; ver la pared que solo vimos en fotografías... la muralla brillante del "pico imposible".

... morrenas...
... y más morrenas...
Solo sabemos que está ahí arriba y tendremos que encontrar un camino entre las morrenas, a punto de la vertical y rodeando enormes bloques inestables que amenazan con aplastarnos... y así... logramos llegar a la laguna 69, de un azul intenso que jamás vi.
Tenemos enfrente al Chacraraju... pero seguimos sin verlo... jirones de nubes blancas van y vienen, a ras del glaciar, ocultando la pared de la mirada inquieta.

Paramos un rato a comer algo, ligeramente por encima de la laguna... y apenas masticado el primer bocado... ¡zas!... se abre el telón, con la misma amplitud que la mandíbula se descuelga y deja caer un revuelto de migas con chorizo.

¡Ahí está!... 900 metros de hielo brillante, crestas de merengues desde la cima a la base... como surcos de un huerto nevado... paños salpicados de roca casi invisible... y una cumbre batida por los vientos que lanzan nubes de cristales al Sur.

Toda la montaña contra un cielo azul añil... excesivo.


A unos metros unos de otros, apoyados en bloques dispersos, sin articular palabra ni movimiento... quedamos hipnotizados por el espectáculo que se nos ofrece. Ha sido largo el camino para llegar hasta aquí... casi un año de esfuerzos, desdichas y contratiempos... pero solo ver esto... ya es suficiente recompensa.

Estoy algo por encima de la tropa y, cuando puedo reaccionar, les miro las espaldas y cabezas alzadas... muy alzadas hacia lo alto; me da por pensar que estoy bien cubierto por éstos tipos, que a pesar de las diferencias y discusiones pasadas... tengo la mejor compañía de soñadores; si algo no saliera bien... éstos... se dejarían su vida por la ajena.

... sin palabras...

... será mejor seguir...

Alcanzamos el collado que separa los glaciares del Chacraraju y Pisco... sin pisar nieve y ya en los 5.200m. ... con un dolor de cabeza importante. Tenemos enfrente la cara Sur del Pisco... un Chacraraju en miniatura y al que quizá podríamos llegar desde aquí atravesando, de bajada, el glaciar que lo defiende.

... por aquí tampoco vamos bien...

Lo intentamos por allí y por allá... pero esos pocos cientos de metros que nos separan de la base, resultan plagados de grietas ocultas y camino difícil de intuir. Bueno... es bastante por hoy, hemos alcanzado una altura que no conocíamos... hemos visto al gigante y descubierto mejor paso para el futuro.

Llegamos al campo base con ésa alegría que se convertirá en norma... descanso, placidez y comida... un oasis seguro en medio de montañas salvajes y naturaleza en estado puro.

... Nacho, siempre dispuesto... ¡entra... que al fondo hay sitio!...

Esta noche he dormido despierto... vamos a ver... he descansado bien, tranquilo y en una nube de imágenes plácidas... un sueño en campos de amapolas rojas con fondo de montañas blancas... no sé... algo raro pero sereno. Deben ser la altitud y lo que la retina conserva... o quizá... algún recuerdo de Heidi, Pedro y el abuelo... ¡yo que sé!.

Estamos dispuestos a no perder un solo día y necesitamos aclimatar para encontrarnos fuertes; así pues... a la mañana siguiente recorremos a la inversa el camino que aquí nos trajo, hasta las inmediaciones de las lagunas de Llanganuco y luego girando hacia las morrenas del Pisco... cargados para varios días y con el plan de ascender a la más amable de las cumbres... para conseguir la primera cima andina de nuestro periplo.

Por supuesto... abriendo veredas sin conocer camino; esto es un sinvivir.

... ¡que chotillo más rico!.... con patatitas...

... ¡tranquilo, Antonio... que yo te trinco!...

El grupo se divide según los cuerpos se encuentran... unos hacia la ruta normal del Pisco y otros... erre que erre, hacia la cara Sur... el mini Chacra... virgen hasta ése momento pero clarisimamente posible...¡ya te digo!.
En el campo base del Pisco, un clareo entre morrenas sucias y abarrotado de nacionalidades... dormimos y nos despedimos de madrugada... allá cada uno con lo que le venga.


Javier y Paco se deciden por la ruta normal, más sensatos que el resto... que apostamos por la cara Sur. Unos dormirán en la planicie glaciar que separa Huandoys y Pisco... y otros lo haremos en una grieta amplia y amable... cercanos a la base de la pared.

... los de la Sur... tiraos...
... los de la normal... elegantes...
Triunfan los sensatos... que alcanzan la primera cumbre para alegría del resto. Los que lanzamos los dados contra el borde del tapete verde de la mesa de juego... no pudimos completar la escalada; a media pared de un total de 500 metros... la nieve merengue y nieblas acuosas... nos hicieron desistir de una primera mundial... ¡no te jode!... solo faltaba triunfar de entrada.

.... Paco, tiene dudas... ¿me meto o no me meto?...

... sensatos...

... listillos...

Rápeles de setas de nieve y destrepes finales nos dejan en la base. Un tanto abatidos por lo vivido... decidimos recorrer el glaciar, ésta vez en ascenso, en dirección al collado que días atrás visitamos y, ésta vez, resulta más fácil; sobre las diez de la mañana llegamos a terreno conocido y finalmente al campo base sobre el mediodía... donde nuestro "cuidador" Vargas nos atiborra de viandas, como siempre escasas.

... regreso al collado...

Paco y Javier... los triunfadores... aparecen a la noche y aprovechamos a repetir una cena en grupo completo, contándonos las aventuras vividas. Han sido tres días navegando por terreno desconocido... y la expedición ya tiene su primera cumbre.
Esto es lo que vieron en su ascenso al Pisco...

... Artensonraju y Pirámide de Garcilaso...

Al día siguiente holgazaneamos con gusto...  puesto que Nacho y yo dormimos bajo el mismo toldo, soy el primero que, sin salir del saco... le alcanzo las orejas para felicitar al "abuelo" de la expedición. Pocos minutos después se acercan los demás y poco  falta para que se las tengamos que escayolar.
En agradecimiento a los dolores soportados... nos prepara unas natillas para un desayuno tardío y una tarta de chocolate para la comida... que ya se nos antoja lejana. Paco se anima y promete un cocido castellano... ¡joder!... la vida es bella.

La pradera que habitamos se impregna de olores conocidos... caseros e hispanos; no damos tiempo a que se enfríe la olla a presión y alguien la mete mano... ¡zas!... recogeremos garbanzos del techo de la tienda y suelos cercanos.

Yo creo que Vargas se arrepiente de haber aceptado el trabajo.

... Antonio Vargas...

Reímos con fuerza y nos palmoteamos con ganas... mientras nuestro cocinero/guardián contempla la escena con la boca abierta y los ojos como platos... ¿qué pensará?; sinceramente nos da lo mismo y atacamos la comida hasta un punto en que, por primera vez desde que salimos de Madrid, no podemos terminar con todo y las barrigas alcanzan proporciones desconocidas.




Aún así... terminamos la faena colocando recortes de velas en la tarta, obligamos a Nacho a soplar hasta el desmayo, le cantamos el cumpleaños feliz y nos zampamos, a duras penas, la porción correspondiente.
También recibimos visitas... increíble... esto parece una corrala. Un par de franceses recorriendo quebradas por la cordillera... y dos americanos que se retiran del Huaripampa o Chacraraju Este... la cima menor de "nuestra" montaña.
A todos los alimentamos, que nunca nos gustó ver gente pasando penurias.

Un sol que ya no recibimos ilumina de color naranja los metros cimeros del Chopicalqui y Huascaranes... nuestra pampa del campo base como un balcón hacia la quebrada... queda silenciosa y algo oscura... el glaciar encima nuestro descarga sobrante a pocos cientos de metros... lo hace todas las tardes... y siempre nos inquieta la posibilidad que decida cambiar el desagüe.

Nos arrastramos a los sacos... no sin antes abrir alguna botella de sidra... cantar el "Asturias patria queridaaa..", "A mi me gusta el pim, pirim, pim...", "La Madelón es dulce y complacieeente..."... algunas más que no recuerdo... y un final "Vamos a la cama que hay que descansar...".

Vargas... sigue sin entender nada. La vida es bella.

... mañanas agradables... montando campo I...

... tardes frías...

Dos días más tarde ya tenemos montado el campo I... dos pequeñas tiendas junto a una lagunilla y al pie del glaciar, que también hemos recorrido hasta el cono que sustenta la rimaya, con el fin de mantener una huella abierta y visible.

... entrada al glaciar...

... soledad...

Hemos contemplado la pared con ojos bien grandes y el corazón a punto de salirse del pecho; ahora sabemos su dimensión, intuimos que los muros que conectan con los canalones son verticales y largos... que caen coladas de nieve polvo, que no habrá repisas para sentarse, que las cornisas que rozan el cielo son enormes, que la pared desprende frío y... que la cumbre está lejana.

... buscando paso... campo I al fondo...

... zona complicada...

Poco antes de medianoche, de un día que no recuerdo, Miguel y yo reunimos el valor necesario... encendemos las linternas y con lo único que pudimos tragar, un pote de leche caliente, nos despedimos de Nacho... que permanece de guardia en el campo I hasta el siguiente relevo que llegue del base.
Presiento que entramos en otro espacio... para enfrentarnos a los miedos propios y los fantasmas que nos devoran.

Recorremos el glaciar a la luz de la la luna... y según nos vamos acercando... la pared crece por momentos; pasado el cono de deyección, llegamos a la rimaya... el lugar donde siempre hace más frío y puerta de entrada al océano helado que se nos viene encima.

... primeras dificultades...

... luchando en el primer muro...

... a punto de salir al canalón...

... los del campo I meten zoom...

Ya desde el principio aquello ofrece resistencia... mientras constantes coladas de nieve polvo se cuelan por el cuello y se revuelve el estómago... no sé... esto resultará duro.

... navegando...

Tras dieciocho horas de escalada, continua y agotadora, decidimos parar al tiempo que las nubes nos envuelven y comienza a nevar. Hemos sobrepasado el primer muro vertical y el canalón, en nieve blanda, que da acceso al segundo resalte, pero ya no podemos más y necesitamos un descanso.

... empiezan las nubes...

Nos lleva un par de horas tallar en un hielo vítreo una pequeña repisa donde sentarnos... hemos cometido el error de acercarnos en exceso a las rocas donde comienza el segundo resalte y, al ser terreno vertical, afloran planchas de roca e hielo puro.

Sin poder meternos en los sacos... sentados con lo puesto y las piernas colgando al vacío... sujetos a tres tornillos "sacacorchos", a duras penas nos cubrimos con el nylon de una rudimentaria tienda de pared que llevamos... mientras el viento se empeña en ondearla como una bandera. La nieve cae sin piedad y nos empuja de la repisa... por lo que tejemos con la cuerda una "tela de araña" enfrente nuestro para poder apoyar cara y pecho... mientras pisamos un tramo tenso de la cuerda... como jilgueros en el columpio de su jaula de alambre.

La tormenta, lejos de amainar... aumenta su furia.

... zozobra...

Han pasado muchos años de aquello... pero no recuerdo peor vivaque que aquel... luchando por no ser expulsados de la pared... cambiando de posición para mitigar los dolores... golpeando las manos y taloneando contra el hielo, apretando los dientes cuando la sangre vuelve a correr... a punto de saltar lágrimas que se helarían al instante.

Nos recorren calambres, vahídos y dolor de espalda... nos apretamos bien pero tiritamos como perrillos mojados; intento echarme un cigarrillo pero se me cae de las manos... no podemos encender el infiernillo y las horas parecen días... ¡joder!... de vez en cuando nos miramos, sin hablar, quizá para estar seguros que el otro no se durmió para siempre.

Antes del amanecer decidimos salir de allí... con el cuerpo acorazado de hielo, al punto de dificultar el movimiento.

... destrepando en la tormenta...

Unos rápeles de tornillos nos dejan en la pala de nieve... que destrepamos a largos mientras ingentes cantidades de nieve polvo nos impiden vernos, aún estando juntos. Llegamos al resalte inicial, terreno desconocido puesto que ahora bajamos en vertical y éste muro lo pasamos bastantes metros más allá.

... rapelando el primer muro...

... ¡que gusto estar juntitos!...

Tres o cuatro rápeles de "sacacorchos" y algún clavo de roca nos dejan en lo que queda de rimaya... taponada por la nieve caída, por fin podemos ponernos en pie... y recorrer parte del glaciar con paso cansino, lento y sufrido.

... agotador...

Los amigos... benditos amigos... ya nos han visto y corren como galgos a nuestro encuentro... con buenos termos de té hirviendo, chocolate de almendras y ampollas de "Regenerón".

... no podemos con nuestras almas...

Nos encuentran sentados al borde de una grieta... abatidos y tristes, y achuchan con fuerza unos cuerpos que se dejan hacer... como osos de peluche.

Si hemos pasado esto para cuatrocientos metros... ¿que podría suponer llegar a la cumbre?. Me da por pensar que deberíamos habernos bajado cuando empezó el temporal... pero a ninguno de los dos se nos ocurrió la idea de abandonar... estábamos decididos a continuar... sin evaluar el precio a pagar, que pudo ser alto... pero no fue.

Nos descargan de mochilas y llegamos al campo I en un estado lamentable... comemos algo y tiramos para el base... a trompicones.

... de vuelta al base...

Luego me asola una ceguera dolorosa... tres días con los ojos vendados durante los cuales dependeré de los lazarillos que me cuidan... con dedicación, aunque no me lo merezca... por torpe.

Esto no quedará así... hemos perdido éste asalto... pero el combate aún no ha terminado y ya sabemos, de lo poco que sabemos, que tan importante es sacudir con fuerza... como encajar el golpe ajeno.

... pena... penita... pena...

10 comentarios:

  1. Historia viva del alpinismo español, eso me ha parecido el relato, con esas fotos.
    Como cambian las cosas, los materiales, la información, Perú, Huaraz.
    Estuve en verano y una cordada ibérica... lo escaló (el Chacra), sin tenerlo planeado, simplemente las condiciones eran buenas y unos polacos habían dejado los rápeles instalados..no es que no tenga mérito pero donde está ese romanticismo del antes, el durante y el después en el que se sueña y se disfruta aún antes de llegar a esas montañas.
    Aunque mejor callarnos, nosotros veníamos del Coropuna e hicimos Alpamayo y Chopicalqui sin tener ni tan siquiera planeado ir a Huaraz!!! Mejor me callo.
    Gracias por compartirlo con los demás
    Un saludo

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    1. Gracias, Nicolás... ciertamente todo tiene diferente valor según la época vivida... aunque el Chacraraju siempre será ése "pico imposible" de Terray... y no va de regalo.
      Ya veo que eres andinista de corazón... uff... estás perdido y tendrás que regresar.
      Un abrazo.

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  2. buffff no puedo esperar a leer la continuacion.

    Pikatoste

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    1. ¡Tranquilo, Pikatoste!... todo llega y será mejor... bueno, también penurias... pero siempre alegría.
      Un abrazo.

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    2. Carlos dime ¿el marrón te buscaba incesantemente,o tu buscabas al marrón? je,je.... que "Tigres".Como me agrada poder leer,ver imagenes de vuestra expedición despues de tanto tiempo,pues lo único que conocía de ella es el cartel que cuelga en el refugio Elola y por algunos comentarios de amigos de aquella epoca, y lo que es un placer es conocerte.El relato muy ameno e impecable.
      Un abrazo.

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    3. Me alegro que te guste. Pues... el marrón... no sé, debe ser cosa de penitencia... ¡hombre!... también algo buscado, claro.
      Gracias... el "encuentro" por las tierras gredenses también fue un placer para mi.
      Abrazos.

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  3. Juer Carlos, qué manera de transmitir las sensaciones y la magia de esos momentos. Como Pika, no sé si podré aguantar hasta la siguiente parte.

    Un placer leerte. Un abrazo.

    Josefer.

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    1. Gracias, Josefer... ésto de "trasmitir las sensaciones y la magia de esos momentos"... resulta difícil y más para noveles... pero me agrada saber que algo percibiste... y eso ya será suficiente para mí.
      Un abrazo.

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  4. Muy bueno!!vaya gües que le echais!!y luego me subo el Peña Sirio y me creo alguien jajajajajaja,pobre d mi.

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    1. Cuidado, Luis... que a veces los sueños... se cumplen... y te ves metido en lo que nunca pensaste.
      Un saludo.

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