Subir montañas. Aprender, avanzar y mejorar… siempre mejorar. Luchar y perseverar… siempre perseverar. Imaginar y soñar… siempre soñar. Compartir, sentir y reír… siempre reír. Fracasar y triunfar… como aprendizaje. Intuir y prever…puede no ser cierto lo que ves. Entender el entorno… que no conoce piedad. Escuchar las señales… que son legión. Navegar… con calma justa. Decidir… es tu libertad. Asumir el sufrimiento… que alguna vez llegará. Proteger… el compañero es tu mitad. Corazón caliente y sangre fría. Humildad debida.
Aún así… nada es seguro. Nadie te obligó… y a nadie exigirás.
Luego… bajar de allí… con las mismas reglas.
Vivir.


lunes, 24 de octubre de 2016

Mont Blanc du Tacul... Corredor Gervasutti



Desde que al gran Gaston Rébuffat -el guía del jersey bonito- se le ocurrió la idea de recopilar las 100 ascensiones más bellas del macizo del Mont Blanc, unas cuantas generaciones posteriores, entre las que me encuentro, colocaron en la mesilla de noche aquel fantástico libro que invitaba a soñar... constantemente.

Esa foto que se correspondía con algún sector y con la que se presentaba la ascensión, siempre obligaba a "verse" uno bregando en la ruta elegida.

Las "100 de Rébuffat" siguen manteniendo ese aire romántico de las escaladas alpinas... Y hoy en día, con graduaciones acordes a los tiempos modernos, supone el inicio para los alpinistas en ciernes; aquellos que buscan líneas elegantes y "naturales" a cumbres que siempre exigen un esfuerzo.

Hoy le toca el turno al "hermano pequeño" del Mont Blanc... el de Tacul.

... Mont Blanc du Tacul...

Su cumbre (4.248 m.) fue pisada, por primera vez, un 8 de agosto de 1855 por un grupo liderado por Charles Hudson y Edward Shirley Kennedy, entre los que también estaban Edward John Stevenson, Charles Ainslie, G.C. Joad, Chistopher y James Grenville Smith.

En el más puro estilo de la época, salen de Courmayeur el 7 de agosto... Alcanzan el Col du Géant, atraviesan el glaciar du Géant (todo ese balcón que parece sustentar la Tour Ronde y los pilares/corredores del Mont Blanc du Tacul) y vivaquean a los pies rocosos de la Aiguille du Midi (quizá en un lugar cercano al que ocupa el refugio/vivac Simond)
Queda, para los estudiosos, descubrir la posibilidad que "flota" en algunos escritos sobre que la cumbre pudo conseguirse, con anterioridad, por algunos guías de Courmayeur.

... Ruta normal al Mont Blanc du Tacul (cima a la izq.) Se adivinan las huellas y los últimos zigzagueos... 

La ruta que hoy nos ocupa, pertenece al grupo de los corredores en nieve/hielo... Seguramente algo monótonos y siempre muy largos... Hay unos cuantos itinerario así por los Alpes, ya iremos hablando sobre ellos.

El corredor Gervasutti fue inaugurado el 13 de agosto de 1934 con salida directa a la cumbre (la otra variante a la derecha, más repetida debido a la menor exposición bajo los seracs, pertenece a Louis Lachenal y Lionel Terray, en 1948)
Los artífices de esta gran clásica fueron Renato Chabod y Giusto Gervasutti.


Esta ruta fue mi primer itinerario alpino.
Ocurrió en el año 1977 y, de nuevo, he de subir a la troj para revisar los manoseados cuadernos donde escribí recuerdos.

"... apenas me asomo a la puerta del destartalado refugio de madera Simond y un inglés furioso me aparta de un manotazo, todo para entrar primero.
Me acuerdo de todos sus antepasados, en inglés claro... para eso estuve unos cuantos meses por sus tierras. Los amigos me sujetan antes de que le caliente la cara; más coloradas las mejillas de lo que yo se las hubiera puesto.
Nunca vi un suelo de tablas tan picoteado por crampones... Pero allí descansaremos unas horas hasta la media noche... La hora de escalar"

Nuestro viaje a los Alpes comenzó en Madrid, no recuerdo la estación de tren... pero recuerdo que fueron dos días bien completos y un no parar de transbordos, principalmente a partir de la frontera pirenaica (siempre corriendo, cargados de bultos con comida y mochilas con escaso material, a horas intempestivas)
Luego... aparecimos en la estación de Chamonix y tomamos un bus hasta el camping de Rosières.
En ese bus vertimos el precioso tesoro que cuidamos con esmero durante todo el infernal viaje: una botella de cristal que contenía un preciado litro de aceite de oliva virgen extra... Un litro que desapareció en la moqueta, por un descuido.

... camping les Rosières, nuestra tienda, la sempiterna grúa y siempre,
siempre rebuscando comida.
Diapositiva "digitalizada"

... ¡eternos macarrones con tomate!... Antonio Trabado en acción...
Diapositiva "digitalizada"

Aquel 1977 fue un buen año; en 21 días "chamoniardos" conseguimos este corredor Gervasutti, del que ahora hablamos; la norte clásica del Triolet y la Major al Mont Blanc.
También pensamos en la Platonov/Charlet de la vertiente Nant Blanc y nos bajamos del corredor Couturier, ambos itinerarios en la Aiguille Verte, aunque en orientaciones distintas... Pero no aplicamos buena logística y no pudo ser, por esta vez.

Durante aquellos días, pudimos ver como el "centinela" del valle: el Dru... mantenía su estampa sin los derrumbes que le esperaban años más tarde ¡seguramente los trabajos de grúa afianzaron pilares!

... foto en papel B/N "digitalizada"...

Por supuesto, esto siempre era norma, antes de liarnos con las rutas soñadas se visitaba el glaciar de Bossons... Allí, media Europa y parte del resto del mundo, picoteaba (con piolets), pisoteaba (con crampones) y agujereaba (con tornillos), un hielo vivo y milenario que se fundía año tras año.

... cercanos a la sucia morrena; con camisa de cuadros ¡por supuesto!...
Diapositiva "digitalizada"...

... soltando músculos...
Diapositiva "digitalizada"

*APROXIMACIÓN
Las dos opciones habituales pasan por Francia o Italia.
Por el lado francés nos espera el teleférico de la Aig. du Midi... Su magnífica y conocida aérea arista que nos deja en la cabecera del Valle Blanco, mientras contemplamos las imponentes Grandes Jorasses y esa cresta de nieves y rocas (Rochefort) que conecta con el Dent du Geant.

... Aig. du Midi...

... descenso por la arista hacia el glaciar...

... Grandes Jorasses... arista de Rochefort... Dent du Geant...

Una vez en las llanuras del glaciar, habrá que decidir si acampar (tienda) en el lugar donde acampa "casi todo el mundo" o dirigir los pasos hacia el refugio Cosmiques (reservas con mucha antelación).

En cualquier caso, la aproximación al inicio del corredor Gervasutti se realiza en algo menos de un par de horas.


Suele tener una huella bien marcada, tanto los montañeros/alpinistas que "viajan" del refugio Torino a la Aig. du Midi (o viceversa) como los que se dirigen, a mitad de camino, hacia la Punta Lachenal, o los pilares y corredores del Mont Blanc du Tacul, o la Tour Ronde, o el Grand Capucin, o la Pirámide du Tacul, o la arista Küffner, o el Mont Maudit, o la Brenva al Mont Blanc, o el Gran Pilar d´Angle, o a la arista de Peuterey, o al Frêney, o los que "tiran hacia abajo" al Valle Blanco (Vallée Blanche)... En fin, multitud de itinerarios para todos los gustos, que una multitud de montañeros/alpinistas se encargaran de conectar con una buena huella "principal".

... hacia el refugio Cosmiques (dcha.) o el "campamento" libre (izq.)...

La otra posibilidad de aproximación se encuentra en Italia: el refugio Torino, al que se accede desde Courmayeur, por un teleférico que nos deposita casi en la misma puerta.

... vistas desde la vertiente italiana...

En cualquier caso, la aproximación es similar en tiempo y recorrido... Y, en cualquier caso, resulta más que aconsejable navegar por el glaciar encordados y, por supuesto, conociendo las técnicas relativas al rescate en grietas.
¡Esto es muy importante y no debería tomarse a la ligera!

... ¡navegad con seguridad!...

Las vistas siempre acompañarán, desde Cosmiques o Torino... Y escudriñando bien, encontraremos escaladores en todas las paredes...

... espolón de los Cosmiques, y la gran clásica que recorre la arista del mismo nombre hasta la Aig. du Midi...

... más opciones cercanas, si se dispone de tiempo y ganas, antes de emprender nuestro objetivo principal...

*DESCENSO
Resultará evidente puesto que ese itinerario se corresponde con la ruta "normal", siempre con huella.
No obstante conviene informarse en la "Maison de la Montagne" (Chamonix) de las condiciones del momento; los seracs que se agolpan en la zona intermedia/alta de la pendiente de nieve, son inestables y ya han causado problemas.

Claro está que también existe la posibilidad de, una vez en la cumbre, encadenar una de las grandes travesías de los Alpes: la arista de los cuatromiles al Mont Blanc ¡solo para corazones alpinos y cuerpos serranos!

*LOGÍSTICA
Conviene ir ligero de equipaje, por lo tanto, habrá que decidir donde descansar las horas previas a la ascensión.
Claro está que, dependiendo de los días que tengamos pensado "vivir" por la zona, la primera opción más cómoda sería un refugio (bien calentitos y buena cena/desayuno) para partir, ligeros de equipaje, algo más allá de la media noche.
Si se opta por "acampar" ¡ni se os ocurra fundir nieves cercanas para beber! ¡Ni se os ocurra!... El "aguita amarilla" y otros "sólidos indescriptibles" pueden arruinar la estancia.
Aunque la nieve parezca blanca ¡ni se os ocurra!... El que avisa no es traidor.

Si nos hemos decidido por la temporada invernal... algo menos habrá que madrugar, que los inviernos alpinos ofrecen temperaturas bajas más constantes.
Por supuesto que también nos libraremos de las "multitudes" en aproximaciones y ascensiones clásicas... Aunque los refugios seguramente estarán igual de repletos que en verano (esquiadores, etc.)

*MATERIAL
*1 cuerda (sugerencia personal): Cuerda para uso en simple; acorde a normativa de diámetros actuales.         Llevar dos cuerdas -doble- para este tipo de itinerario significa arrastrar un peso excesivo.
*2 piolets (por persona)
*2/3 tornillos de hielo.
*2 estacas de nieve o "deadman" (incluso ambos sistemas, según condiciones)
*4 fisureros (tamaño medio)
*6 anillos+mosquetones.

*PELIGROS OBJETIVOS Y CONSIDERACIONES SOBRE LA RUTA
La "Espada de Damocles" que se mantiene, durante toda la ascensión, encima de nuestras cabezas, obliga a recorrer el corredor Gervasutti durante las horas más frías; esto tampoco nos ofrece 100% garantía de que los seracs que dominan las alturas, no puedan ponerse en movimiento... Pero así son las cosas y así se cuentan.
En cualquier caso sí sugiero una buena forma física para permanecer el menor tiempo posible bajo los seracs.

Esta es una de esas rutas en las que no abandonaremos la linterna frontal hasta la cumbre... incluso más allá.


Personalmente no aconsejaría intentar la escalada cuando el corredor brilla en exceso ("verglas", hielos negros, etc.).
En estas condiciones nunca disfrutaremos de tal ascensión; los tiempos se dilatarán al mismo paso que los gemelos y nada será igual a lo soñado.

Este sería mi recuerdo:

"... la rimaya nos obliga a luchar, son pocos metros pero exige. Luego, un estrecho canalón (como un medio tubo) pulido como el acero y barrido constantemente por cristales de nieve (creo que los franceses lo llaman "rigola") nos obliga a pelear, casi en chimenea, hasta salir a la pendiente de nieve.
¡Esto es vida! A partir de aquí el terreno cambia a nieve dura "punta de bota"... Seguramente es el largo de cuerda más largo que recuerdo ¡casi 800 metros sin reunión alguna!..."

En la antigua escala de dificultad, todavía en activo para este tipo de ascensiones, podemos catalogar el corredor Gervasutti como D inf. máx. 55º.

Serán unos 800 metros (rimaya/cumbre) y los tramos que ofrecen mayor inclinación se encuentran en el estrechamiento central y la salida directa... En algunos sectores puede existir la posibilidad de asegurarse en la roca.
La rimaya puede ser laboriosa.

El horario tiende a oscilar mucho, según condiciones y modo de emprender la escalada... Podríamos fijar un tiempo (rimaya/cumbre) entre 4 y 6 horas.



En definitiva, para los alpinistas en ciernes, el corredor Gervasutti del Mont Blanc du Tacul, nos mostrará un dato muy importante: aprender a "entender" los metros de una ascensión/escalada y valorar en su justa medida las dimensiones de una montaña.
Luego ya... Lo que tenga que ser.

En otra ocasión os contaré más viajes "ochenteros" por los Alpes, eso sí, algunos ya en vehículo propio ¡qué lujo!
Pero vamos, que los dos días, con vivac en algún "aire" (zona descanso, según los franceses) por Valence, hacia Chamonix... Y otro, en un "descampao", al regreso a casa ¡eran infalibles!



Foto Rifugio Torino

domingo, 9 de octubre de 2016

Tormentas... el viento


 Con diez cañones por banda,
Viento en popa, a toda vela,
No corta el mar, sino vuela
Un velero bergantín:
Bajel pirata que llaman
Por su bravura el Temido,
En todo el mar conocido
Del uno al otro confín.
...
Navega, velero mío,
Sin temor,
Que ni enemigo navío,
Ni tormenta, ni bonanza
Tu rumbo a torcer alcanza,
Ni a sujetar tu valor.
...
Allá muevan feroz guerra
Ciegos Reyes
Por un palmo más de tierra,
Que yo aquí tengo por mío
Cuanto abarca el mar bravío,
A quien nadie impuso leyes.
...
Que es mi barco mi tesoro,
Que es mi Dios la libertad,
Mi ley, la fuerza y el viento,
Mi única patria la mar.

(José de Espronceda-Canción del pirata)


Si existe un lugar en la Tierra asociado al viento... ese espacio le  pertenece a la Patagonia.
Por supuesto que el viento "ventila" otros muchos lugares y, mucho más en los sitios altos que montañeros, alpinistas y otros viajeros gustamos de recorrer... Pero no es lo mismo, no es lo mismo.

Según el DRAE, en su primera acepción, esto es el viento:

"Corriente de aire producida en la atmósfera por causas naturales, como diferencias de presión o temperaturas"

Pero, vamos, se me ocurren "cienes" de cosas que nos trae el viento... Claro está que tendré que volver a subir a la troje ¡ayyy! que no es troje... Se dice troj.
En cualquier caso allí arriba andan desperdigados multitud de cuadernos (esos de espiral) con notas, dibujos, pensamientos... cosas así.
Allí arriba está la memoria que falla.

"Hay vientos que congelan los pies. Son rastreros a ras de tobillos.
Se dan en lugares planos, llanos como océanos congelados de los que emergen islas con cumbres limpias"





"Hay vientos que ningunean rodillas. Al punto de sentir que no sientes.
Como si, de repente, pudiera partirse la poderosa rótula que permite doblar para avanzar... Como si, de repente, un cuerpo caliente abandonase la vertical"





"Hay vientos, también, cuando reina la calma. Son traidores y engañan la vista que desea ver luz.
Hay vientos que no necesitan tormentas... basta el sol y, quizá, nubes de cumbre.
Pero, no te dejes engañar, congelan el cuerpo mientras el cerebro intenta averiguar qué señal enviar... Solo intenta ayudar pero ¿cómo ayudar en un día espléndido?"





"Hay vientos que acorazan el pecho... Son los que vienen de frente y aprietan para que aprietes.
No conviene cesar en avanzar; si, por alguna razón, uno se detiene... un ratito... Ocurrirán dos cosas:
Habrás perdido inercia que habrá que recuperar... Y, si lanzas la mochila al suelo, lanzarás al viento el calor que te da"





"Hay vientos que laceran la cara... al punto de abrasar. 
Duelen como las heridas de la navaja de un barbero sin oficio.
Si, esos vientos, insisten... también congelan la córnea, mientras los párpados luchan (como parabrisas) por limpiar.
A veces, también, entra el dolor de nuca que anuncia mal momento"





"Hay vientos que marean veletas.
Entran por aquí o allá... Por arriba o abajo... A izquierdas o derechas... Son vientos que apabullan y nada puedes esperar.
Son vientos violentos, sin piedad.
Solo quedará perseverar"






"Hay vientos de altura que anuncian bajuras.
Arrasan el cielo como un tsunami que llegará... No podrás escapar.
Que los Dioses te acompañen"




"Cuando llegue ese momento, lo mejor será cavar.
Todo lo demás se lo llevará el viento.
Cava y bebe... o morirás"







Al regreso, cuando eso ocurra, no te olvides de lanzar al viento que recorre la Tierra, cenizas de seres queridos que siempre sentirás de nuevo en la cara... en aquellos lugares donde regresa el viento que te castigará.



martes, 13 de septiembre de 2016

Mi primera vez...

Dudo mucho que mi primera vez fuera o fuese distinta a la primera  vez ajena.

Mi primera vez mariposeó el estómago durante las semanas anteriores. Ya me dejaron pistas para intuir que "aquello" sería importante... El principio del nunca acabar.

Aquellas líneas esbeltas pero rotundas, quizá más rotundas que esbeltas (siempre me gustaron así) invitaban a un recorrido completo... de abajo hacia arriba... y de arriba hacia abajo.
Recorrer, con todos los sentidos, aquellas formas desnudas que escondían secretos dispuestos a desvelarse... Claro está que todo dependería de las partes implicadas... Pasión y sensibilidad, a partes iguales.
Sin prejuicios ni aspavientos. Sin más.

Los amigos me juraron que "aquello" sería el doctorado para un muchacho con poco más de dieciséis años recién cumplidos.
Los amigos estos tampoco estaban muy "puestos" pero les gustaba ir de "enteraos"... Ya sabéis de qué van los "enteraillos" estos.
Bueno, también debéis saber que, en aquellos tiempos, las cosas iban (del verbo ir) muy rápidas (del verbo correr)... o muy lentas (adjetivo).
Según qué cosas.

El caso es que, tras noches sin dormir a pierna suelta, la suerte estaba echada... También podría ocurrir que uno no estuviera ¿o será estuviere? o incluso estuviese a la altura de las circunstancias. Pero uno siempre fue muy "echao palante" (esto, años más tarde, trajo disgustos... también alegrías, claro).

Ocurrió en invierno... Un día de estos os contaré por qué todo lo que deseo ocurre u ocurrió, principalmente, en invierno.

El asunto tiene tal "envergadura" que no recuerdo haber visto el refugio. A ver... supongo que suponéis que hablo de montañas ¿no? ¡Ayyy!

Me refiero al refugio Elola de la Laguna Grande del Circo de Gredos (encabezo con mayúsculas porque ese lugar siempre fue, es y será especial para mí).
Ya os conté mi primera visita estival al Almanzor... Pero esto sería diferente, un bautizo de fuego en el reino del hielo.

Llegamos a media mañana, durante una ventisca; horas de pérdidas y encuentros en el camino cubierto de nieves duras; apenas sobresalían las puntas de los piornos buscando luz.

Instalamos la tienda "isotérmica" y nos lanzamos al interior... A deshacer la costra de hielo que nos recubría.
Hierve el agua a borbollones, mientras los macarrones intentan saltar la perola... El interior de la tienda parece una sauna nórdica... con tipos sudorosos (pero vestidos).

... esta sería la tienda "isotérmica"... esos serían los piolets... ¡y esa la guisa de los "alpinistas"! (foto escaneada de papel, en la Sierra de Guadarrama... por aquellos años)...

La tarde se presentó algo mejor y aprovechamos para jugar un partido de "hockey", bien pertrechados con crampones y piolets, sobre el cristal, limpio y neto al punto de ver el fondo, de la Laguna Grande.
Un cartucho azulón, bien aplastado, de esos de los de antes (a perforar, de camping gas) sirvió de disco para ser golpeado con la cruz del piolet.

El partido terminó con cuerpos doloridos; miles de puntazos y cientos de grietas preocupantes sobre el terreno de juego.

Llegó la noche y los ruidos inundaron el Circo... ruidos de la laguna helada y ronquidos de los tipos estos (dicen que yo también, pero lo cierto es que nunca me oigo).

Yo no pegué ojo... bien pegado... durante las horas de esperas a ese momento de la tarea.
Alguien alzó la voz para avisar de que alguien debería asomarse al exterior, informar del tiempo... recoger nieve y encender el infiernillo.
¡Son muy listos estos!

Brillan las estrellas con ese brillo feroz del frío que brilla... No sé si me explico.

Las botas, de cuero, están congeladas (como los cordones, que parecen cable de acero).

... botas de "madera"...

Recuerdo, siempre recuerdo esa tarea, el sufrimiento para meter los pies en aquel "congelador", ya en el exterior de la tienda, mientras en el ábside "no isotérmico" de la tienda, vuelve a bullir el agua que mezclará restos de macarrones y leche condensada; el desayuno que nadie rechazará. Jamás.

Serían las dos o tres de la madrugada (antes se madrugaba así) cuando encendemos las dichosas linternas frontales "Wonder"... Un invento diabólico que, mediante un cable siempre molesto, conectaba una bombilla instalada en una parábola reflectante (con una goma elástica siempre "dada de sí") situada en el casco... Con una caja metálica que albergaba una pila de petaca, colgada del arnés o dentro del bolsillo de la chaqueta (a gusto particular... pero siempre igual de incómodo).
Siempre fallaba en el momento más inoportuno... Te pusieras o pusieses como quisieras o quisieses.

... linterna "Wonder"...

La ruta escogida resultó ser un magnífico itinerario inaugurado en el verano de 1970.
Los artífices fueron Laureano Esteras, Antonio Iglesias y Ricardo Blás.
Ahora, queríamos repetir en invierno aquel famoso largo que hablaba de un diedro taponado por un cascote... que podía sobrepasarse por dentro o fuera, según condiciones.
Esa ruta siempre la recuerdo como "Diedro Esteras" al Almanzor.

De los recuerdos que recuerdo de aquellos recuerdos, siempre me viene a la cabeza el frío helador que atravesaba chaquetas, jerseys (de los bonitos) y camisas de franela (a cuadros, por supuesto) y dejaba la espalda insensible.
Luego ya, al echar la mochila, la cosa cambiaba... a peor, claro.
Escalofríos, humedades... Y por fin uno podía sentir la mala colocación de la tartera metálica bien repleta de tortilla de patata, pimientos y algún filete empanado (cosas de las madres), clavándose (bien clavada) en el centro de la columna vertebral; es que, antes, las mochilas no estaban acolchaditas. Las hombreras tampoco.
¡Cualquiera se paraba a colocar bien aquello! Estos no esperaban y por menos de nada ¡zas! fallaba la jodía linterna ... ¡y ahí te quedas!.

Me tocó el largo bueno: el del cascote empotrado.

Me tocó darlo por fuera (por dentro no había espacio suficiente).

Me tocó sudar a pesar del frío.

Me tocó olvidar los metros que alejaban el último seguro.

Y, cuando pensé que había triunfado... Me tocó salir del aquel muro, a un cambio de pendiente en nieve polvo, justo cuando la diabólica "Wonder" me dejó sin luz.

Pero vamos... Por nada cambiaría aquellas horas que me hicieron "ver" el alpinismo que esperaba por la Tierra.

No sé si me explico.